Jose eduardo celis lopez

JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ SITIO OFICIAL


EL JUGADOR






CONTRATADO POR EL BIC





NUNCA ENCONTRÉ ALGO QUE ME APASIONARA TANTO COMO HACER UN GOL

CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA


Ven las estrellas fugases recorriendo el firmamento Bogotano


Eduardocelis es un goleador de fútbol. Fue campeón con el BIC en dos oportunidades, como jugador en 1976 y como entrenador en 1994. Además, ganó 5 campeonatos entre 1978 y 1990 en la U. Javeriana, el Banco de la República, en Torca, Carulla y Cafam.

 



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goleador y campeon BIC 1976




















amores

"Cincuenta años en Bogotá" novela de José Eduardo Celis López, una historia que nació para la literatura y el cine.


BIENVENIDOS A LA WEB DE EDUARDOCELIS

 




Eduardo Celis Lopez
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 2024
goleador y campeon BIC 1976




amores







 BIENVENIDOS A LA WEB DE EDUARDOCELIS






























































































Cincuenta años en Bogotá



























































































amores




















































 BOGOTA 50 AÑOS 1970-2020
 
 











En la Plaza vieron volar las palomas, moviendo el aire con sus alas mojadas
 
 
 
 
 

 
 






Eduardo degusta el aguardiente néctar y la buena música 
 

 







Por: José Eduardo Celis López
 

 







Cecilia está pálida, el clima de esta ciudad le ha afectado su salud
 
 

 







EDUARDOCELIS GOLEADOR
 








 Un fantasma envuelto en una sábana blanca recorre la casa paterna
  








Después de la media noche Eduardo regresó a casa en compañía de los Echeverri
 








LUIS ERNESTO SUAREZ Y EDUARDO
 








JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ









Pereira, 27 de marzo de 1954
 

 







Observan negocios de música, almacenes de ropa, cafés, librerías, Iglesias, museos y el mítico Cerro de Monserrate
 
 
 

 
 






LA ALEGRIA DE VIVIR  
 








Con Doña Bertica en su mejor momento










La Atenas Suramericana está inmensamente fría y acogedora
 









FERNANDO VELASQUEZ Y EDUARDO
 








EDUARDO CELIS D.T. CAMPEON
 








HILDERBRANDO MARTINEZ Y EDUARDO
 








Ahora comienza una llovizna de nieve, que observan eufóricamente
 
 
 

 







ARMANDO CAMACHO GARCIA Y EDUARDO

 








GOLEADOR
 








GERMAN LEYTON Y EDUARDO
 
 

 
 







JANNER LOZANO Y EDUARDOCELIS

 






BIC RESTREPO









En el centro descubren una mole de edificios que se alinean formando una selva de cemento
 
 








EN LA UNIVERSIDAD JAVERIANA
 








MAGASLY CON EDUARDOCELIS
 








D.T. DE LA SELECCIÓN DEL B.I.C.
 
 

 







Respiran un aire tranquilo, sienten muy cerca el latir de corazones, perciben la presencia del amor
 
 









CON LA SELECCIÓN B.I.C. 1979








En la noche observa la lluvia de estrellas de la Urbe Capitalina
 








UNA MADUREZ FELIZ
 








SALON ROJO
 








UNA NIÑEZ SANA
 
 








Luis es enérgico y autoritario, desde muy joven ha estado metido en el taller y nunca ha tenido vacaciones

 







FERNEY EN EL D.I.M. DE MOSQUERA

 










RODOLFO UNA NIÑEZ SANA







  













LUIS MARIA CELIS EN EL BARRIO RESTREPO  
















CECILIA, RODOLFO Y LUIS 1984














Bajan por la escalera eléctrica y salen a la séptima, congestionada por la gente y el ruido
 




















El es quien le revuelve los sentimientos a Ligia dijo Isabel











































OLGA LUCIA 























LUCIA CELIS  MAGALY OLGA 
 















YUDY, RODOLFO Y DIANA
 












AMANDA Y CECILIA
 








TODO EN LA IGLESIA SAN ANTONIO
 
















De pronto Cecilia se iluminó con los relámpagos, mientras pensaba en sus seis hijos, uno por uno de mayor a menor
  









FERNEY CELIS LOPEZ EN EL TEATRO YARI

 







Durante el almuerzo dialogan animadamente
    








FERNEY CELIS LOPEZ  

  







FERNEY Y LUIS
 
















Luis se recostó en la cama y duerme profundamente mientras penetra un rayo de sol por la ventana de enfrente
 

  







LUCIA CON AMANDA Y CECILIA
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 EN EL PLANETARIO

 







EDUARDO CELIS EN SOACHA
 
 

  







CELIS LOPEZ FAMILIA
 

 






Levantó la cabeza y miró el cielo Bogotano que llovía estrellas
 
 
 
 

 
  

FERNEY CELIS LOPEZ
  








 ALBERTO LOPEZ Y LUCIA CELIS LOPEZ









La gente Bogotana es culta y muy elegante concluyó Cecilia
 
 









  JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ
  









joseduardocelislopez

























RODOLFO














CELIS REINA















Al otro día Luis se levanta hablando fuerte, como para que todos escuchen
 






 


 











1974





























OLGA



















ABOGADA
  









ALBERTO LOPEZ Y LUCIA CELIS DE LOPEZ









Cecilia comparte un café en compañía de Fernando















LIBRO









CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA
 







 








EDUARDO CELIS
 
 
 

 
 







EDUARDO, MAGALY Y FERNEY
 








Cincuenta años en Bogotá

 
 









Al medio día caminaron hacia la plaza de Bolívar

 







 EDUARDO, YUDY Y CECILIA
  
 

 







 FERNANDO, RODOLFO Y FERNEY
  








YUDY, MAGALY, OLGA, LUCIA, RODOLFO Y DIANA

 






A esa hora el sol les daba por la espalda, un sol desfigurado por las nubes de los cerros orientales
 

  






EDUARDO Y YUDY
 







 YUDY, EDUARDO, DORA Y OMAR
 
 

 





Ella tiene una apariencia sexagenaria y a Luis los años le pasan por encima

 





 YUDY, CECILIA LUCIA, OLGA Y MAGALY
  






YUDY, EDUARDO, RODOLFO Y DIANA
 









CECILIA Y LUCIA
 








 







EDUARDO Y CECILIA
 
 








Lloviendo y haciendo sol, son las gracias del Señor, exclama Cecilia

 




 LUIS

 








 YUDY Y ELSA

 
 
 







Hay que saberla vivir, estamos en la Capital y está todo por hacer, dijo Cecilia para animarlo

 
 






 SUSANA PAOLA Y OLGUITA
 

 
 
 






 OBDULIO REINA EN EL PLANETARIO (1981)
 
 
 

 
 






 CECILIA Y LUCIA EN EL RESTREPO (1982)
 







 LUCIA, CECILIA Y EDUARDO (1986)
 

 






 CECILIA LOPEZ DE CELIS (1984)
  








EDUARDOCELIS (1994)











Fernando se quedó en la cama y estuvo haciendo planes alegres en su pensamiento
 
  







Cecilia cubre sus manos con las mangas del abrigo y tiene los labios congelados
  




 





EN EL RESTREPO 
 








Pisaban el pavimento, como dos niños jugaban y cantaban disfrutando el hielo Capitalino
 





 






 FERNANDO Y FERNEY EN EL RESTREPO











 (1984)
  








LUCIA, CECILIA Y AMANDA EN EL RESTREPO (1982)
 



 







 EDUARDOCELIS Y ANA YUDY REINA (1982)







  







Aparece la guitarra de Alberto López interpretando a unos ojos, cosas como tú, plazos traicioneros, mar y cielo
 

 






YUDY EN EL RESTREPO
 




 











 CECILIA, AMANDA, YUDY. EDUARDO Y LUCIA (1985)






  






YUDY REINA Y EDUARDOCELIS (1981)






 
 





Cecilia tiene sus ojos negros, su cabello corto ondulado, la mirada firme con la frente siempre en alto. Luis tiene su voz fuerte, varonil y su sonrisa artística
 
 







 EDUARDOCELIS BIC RESTREPO (1979)





  





GUSTAVO Y OLGA
 
 










Suben a un restaurante frente al palacio de justicia, conversando sobre el taller y el comportamiento extraño de su hijo Fernando
 
  







Cecilia tiene sus ojos negros
 












CON INGRITH
 
 









OLGA Y OLGA









 





Ya han pasado cinco años desde que Luis trasladó el taller de Calarcá, a la vieja calle sexta de Bogotá
 
 

  





Está demasiado apegado a su hogar
 











LUCIA, EDUARDO Y DIEGO
 








GOLEADOR B.I.C.
  








JANNER Y EDUARDO
 








Luis asume una actitud alegre, ella levanta la frente y se alisa su pelo
 

 
 






 El matrimonio es muy importante
 
 







EDUARDO, ALONSO Y AUGUSTO
 








EN LA CEJA












EDUARDO CON LILIANA Y YUDY
  








Yudy salió con sus dos sobrinas
 











A Luis los años le pasan por encima
















En la tarde regresan a casa por las mismas calles mojadas

 





OLGA LA TIA

  






Ferney dice que la muerte no existe
 

 





PAOLA Y OLGA
 






Y fueron felices…
 
 

  






Eduardo llegó temprano a la oficina
 







Un nido de amor
 
 






Conversando con Eduardocelis













joseduardocelislopez
























Luis María Celis Rey
Cecilia López de Celis
Diego Celis López
Ferney Celis López
Lucia Celis López
Luis Fernando Celis López
José Eduardo Celis López
Amanda Celis López 
Olga Lucia López Celis
Luz Magaly López Celis
Adolfo Mauricio López Celis
Rodolfo Celis Reina
Diana Esperanza Celis Reina
Susana Paola Velásquez Celis
Volumen II año 2021
 





 


 










joseduardocelislopez









 







Los idus de marzo
 















Gabriel García Márquez



















Nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca Magdalena, creció con sus abuelos maternos, a los cinco años sus padres, se fueron a vivir a Sucre, en donde abrieron una farmacia.
A principios de 1958 escribió: 
“El general Marcos Pérez, dictador de Venezuela durante diez años, se había fugado para Santo Domingo al amanecer. Sus ayudantes habían tenido que izarlo hasta el avión con una cuerda, pues nadie tuvo tiempo de colocar una escalera, y en las prisas de la huida olvidó su maletín de mano, en el cual llevaba su dinero de bolsillo: trece millones de dólares en efectivo. 
 
 










Unos quince años después, a partir de ese episodio y sin dejar de evocarlo, escribí El otoño del patriarca. 
Mi primer texto para aprender a descifrar el misterio fue Los idus de marzo. Como lo saben quienes la han leído, la novela es la reconstrucción literaria de los últimos años de la República Romana y de la propia vida de su dictador, Julio César. 
El pretexto del relato, en torno del cual se construye, es una fiesta ruidosa que Clodia Pulcher y su hermano ofrecían en honor de dos varones ilustres: Julio César y el poeta Cayo Valerio Cátulo. 
Es una licencia literaria, porque el año de la fiesta, que era el 45 antes de Cristo, Cátulo debía tener unos ocho años de muerto. 
 
 










Pero un escritor grande como Thornton Wilder no podía detenerse en esas menudencias racionalistas. "Cayo murió con un coro de Edipo en Colona", decía el relato.
Antes de Los idus de marzo, lo único que yo había leído sobre Julio César eran los libros de texto del bachillerato, escritos por los hermanos cristianos, y el drama de Shakespeare, que, al parecer, le debe más a la imaginación que a la realidad histórica.  
 
 

 






Pero a partir de entonces me sumergí en las fuentes fundamentales: el inevitable Plutarco, el chismoso incorregible de Suetonio, el árido Carcopino y los comentarios de guerra del propio Julio César. A fin de cuentas, Los idus de marzo es sólo una hipótesis sobre la personalidad de César. Pero es una hipótesis que tal vez supere la realidad. El 15 de marzo del año 44 antes de Cristo, todo el mundo en Roma sabía que a César le iban a matar.  
Todo el mundo menos él mismo. Cualquier parecido con cualquier otra historia, viva o muerta, será pura coincidencia”.
 


 
 







luis y cecilia
















UNA JUVENTUD EXITOSA

 

















JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ














AMOR ETERNO












AMOR ETERNO











 






SITIO OFICIAL

  



 
JOSEDUARDOCELISLOPEZ
 





1975







cincuenta años en Bogotá










joseduardocelislopez









 


 
 
José Eduardo Celis López







 CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA

















1970-2020



 
 
 



GOLCELIS DE PEREIRA


















1970
























1970













por



























José Eduardo Celis López



























José Eduardo Celis López



































BIC























 “No se puede evitar la fascinación al contemplar los misterios de la eternidad, la vida y la maravillosa estructura de la realidad. Es suficiente tratar al menos de entender un poco el misterio de cada día". Albert Einstein











Cincuenta años en Bogotá














march 2021
















BOGOTA50 
 








Cincuenta años en Bogotá









Por Eduardo Celis










Cincuenta años en Bogotá




















march 2022



















BOGOTA50 


 


  
 
 
 
 
 
PROLOGO DEL AUTOR
















El presente libro relata el acontecimiento inesperado sucedido en nuestra familia en el año 1970.





















Cuando vivíamos en Calarcá nadie se moría, todos estábamos completos y llenos de vida.




















Sin embargo, llegamos a Bogotá y empezamos a tener noticias de las muertes en nuestra familia, se murió Abraham, Juan, Celmira, Pola, Gonzalo, Nieves, Jairo, Benjamín, Claritza, Nohemí, Olga, en fin, uno por uno se fueron despidiendo de este mundo y se fueron a la eternidad.





















Ferney dice que simplemente colapsamos y nos vamos a formar parte del torrente de la vida.



















Bogotá no significó la muerte de nuestros familiares, también fue naciendo la nueva generación de los Celis López: nacieron Olga Lucia, Luz Magaly, Adolfo Mauricio, Rodolfo, Diana Esperanza, Johanna Paola, Juan Manuel, David, Samuel, Danna Sofía.







 se creció la familia. 








Ferney dice que la muerte no existe



 

 

 







Nacidos en marzo
 












Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en Ulm Alemania, al siguiente año, sus padres se trasladaron a Múnich, en donde se establecieron como comerciantes en electrotécnicas. 
Su teoría sobre la luz, la teoría cuántica y la teoría de la relatividad, hicieron que The Times lo llamara el nuevo Newton y su fama llegó a todo el mundo. 
A mediados de 1924 escribió: “No se puede evitar la fascinación al contemplar los misterios de la eternidad, la vida y la maravillosa estructura de la realidad. Es suficiente tratar al menos de entender un poco el misterio de cada día". Albert Einstein















Premio Nobel de Física 1922
 
 





 




 

José Eduardo Celis López
 















Nacido en Pereira el 27 de marzo de 1954 sus padres se trasladaron a la ciudad de Armenia al siguiente año y luego a Calarcá donde vivieron 12 años. Viajaron a Bogotá, en donde estudió en el Externado Salazar, el Colegio Interparroquial del Sur Santo Cura de Ars y en la Universidad Central.
Trabajó en San Vicente de Paúl, el B.I.C. y Uconal. Vivió con sus padres Luis María Celis y Cecilia López de Celis, con sus hermanos Diego, Ferney, Lucia, Fernando y Amanda. A mediados de 2008 escribió en su primer libro: “Con mi esposa Yudy y mis hijos Rodolfo y Diana Esperanza vivimos una vida acomodada y feliz”.   









 EduardoCelisLópez                                           











 
 


Campeón y goleador Bic 1976
 


 


 










CAPITULO I


















AMOR PLATÓNICO




 

 



 






 Cincuenta años en Bogotá
 

 





amores


 


 
1970-2020










EDUARDOCELIS
 











CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA
 
 
 



 

 
Llegada a Bogotá












Cecilia y Luis llegaron al Barrio San Antonio de Bogotá. En la noche observan la lluvia de estrellas de la Urbe Capitalina. Ven pasar los trolebuses por la Caracas con sobrecupo de pasajeros.
El frío penetró sus huesos y los obligó a entrar a Casabianca. Llovió toda la noche y Cecilia tosió insistentemente. Ya todos estaban durmiendo.
Poco a poco fueron acomodándose al nuevo ambiente familiar. Ella tiene una apariencia sexagenaria y a Luis los años le pasan por encima. Luis cuenta con cincuenta y cuatro años y Cecilia con cuarenta y seis, parece mayor.











Allí encontraron su amor platónico
 
 


 
 

 
Reencuentro con sus hijos








Cecilia tiene sus ojos negros, su cabello corto ondulado, la mirada firme con la frente siempre en alto, sincera y franca al hablar, su piel tersa, de finos modales, culta y con una bella caligrafía.  
Luis tiene su voz fuerte, varonil y su sonrisa artística, con un ritmo de vida muy activo moviendo los resortes de la mecánica automotriz, su caminar firme, su figura elegante y con una habilidad innata para comunicarse con los demás. 
Escuchando el salpicar del agua se quedaron dormidos. Ella se iluminó con un relámpago, mientras soñaba con sus seis hijos. Todos eran de Pereira menos la menor que es de Armenia. Sentía orgullo pensar que era única, verdadera y fue con Luis al altar hasta que la muerte los separe.






Todo comenzó en Calarcá.
 
 
 

 




Salida al centro













Por la mañana volvió a llover y cuando despertaron se alcanzaba a sentir una leve llovizna.  Cecilia no está acostumbrada a este frío y Luis está aclimatado. Los vidrios de las ventanas se oscurecieron y resbalaban gotas como de gruesas lágrimas. 
Al medio día caminaron hacia la plaza de Bolívar. Cecilia va feliz. Las calles mojadas dejan escapar vapor, al contacto del sol con el betún del asfalto. En la Plaza vieron volar las palomas, moviendo el aire con sus alas mojadas. 
Cae una pertinaz lluvia. Cecilia cubre sus manos con las mangas del abrigo mientras pisan el pavimento mojado, disfrutando el hielo Capitalino. 











Luis le abraza suavemente
 
 
 
 

 


 
Invitación al restaurante 













Cecilia piensa que Luis lo planeó todo cuidadosamente para llegarle a su corazón. Detalles fuertes impactaron en la mente y en el corazón de Cecilia, por la estampa elegante y sólida que proyecta Luis, el trato amable, afectuoso y gracioso lo hacían digno de su amor.
La Atenas Suramericana está fría y acogedora. En el centro descubren una mole de edificios que se alinean formando una selva de cemento. Entran a un restaurante, conversando sobre el taller de mecánica y el comportamiento de su hijo Fernando. Durante el almuerzo dialogan animadamente. 












La vida les da otra oportunidad
 



 
 





 
 
Un brindis por amor
















Cecilia está dichosa y feliz luce muy sobria elegantemente vestida. Ella levanta la frente, se alisa su pelo y sonríe francamente. Luis asume una actitud alegre y levanta su copa dando un brindis. Ya hace más de cinco años, desde que Luis trasladó el taller de Calarcá, a la vieja calle sexta de Bogotá. Luis se muestra muy sonriente, su elegancia y su impecable figura resalta por su vestido que estrenó especialmente para la ocasión, comparten muy juntos. Se animan a bailar un vals. 














Se abrazan y se besan.
 





 

 



 
 
Elegancia Bogotana














Bajan por la escalera eléctrica y salen a la séptima, congestionada por la gente y el ruido. Observan negocios de música, almacenes de ropa, cafés, librerías, Iglesias, museos y el mítico Cerro de Monserrate. Ahí comienza una llovizna de nieve, que observan eufóricamente. Lloviendo y haciendo sol, son las gracias del Señor, exclama Cecilia.
En la tarde regresan a la casa por las mismas calles mojadas. A esa hora el sol les da por la espalda, un sol desfigurado por las nubes de los cerros orientales. La gente Bogotana es culta y muy elegante, concluyó Cecilia. La familia se reúne para celebrar la llegada a Bogotá, se siente el afecto y las demostraciones de amor y felicidad juntos otra vez,













 estudiando y trabajando.























Bogotá es misteriosa, mágica, mítica
 
 





 

 




 
 
Respiran un aire familiar


















Luis se recostó en la cama y duerme profundamente, mientras penetra un rayo de sol por la ventana de enfrente. Cecilia comparte un café en compañía de Fernando quien es buen conversador, culto, respetuoso, tiene buena memoria de su niñez, es alto, delgado, atlético, de ojos negros y nostálgico. 
Sienten muy cerca el latir de corazones, perciben la presencia del amor. Fernando es muy rebelde, Cecilia lo conoce bien desde que era niño, sin embargo, no entiende la razón de su rebeldía. Una tarde en Calarcá tiró la cama, las cobijas, las almohadas y el colchón al patio, recuerda Cecilia. 

















Bogotá les cambia la vida
 
 







 

 




 
 
Fernando en silencio 














Fernando se rio y Cecilia lloró en silencio, hasta agotar sus lágrimas. No pudo levantarse pues tenía una pierna inflamada. Se encuentra aprisionado dentro de su propio cuerpo, dice ella. 
Después de tomar el café guardaron silencio. Fernando encuentra la punta de sus deseos, quiere estudiar y trabajar, es sereno, taciturno y solitario. Nadie puede ayudarlo, todos están en el rebusque, quieren salir adelante por sus propios medios. 
Luego se sentó en una banca que da al patio y comenzó a dibujar una figura de forma circular con un remolino en el centro, cuando terminó se quedó mirando el dibujo y pensó que su vida está girando en círculos concéntricos y sin salidas.















Estudió en el Colegio Robledo de Calarcá
 








 







El taller de Luis















Llegada la noche las luces en Casabianca se apagan, dejando ver las estrellas fugases recorriendo el firmamento Bogotano. Solo se oye un aire tibio que entra del patio y el rezongar de un pajarillo, que hace nido encima del lavadero. Al otro día Luis se levanta hablando fuerte, para que todos escuchen. Aquí se trabaja o estudia, gritó. Fernando se quedó paralizado en la cama, pareciera que se muriera cada día una parte de su cuerpo. Los demás se movilizan al oír la voz de Luis. quien es enérgico y autoritario, desde muy joven ha estado metido en el taller y nunca ha tenido vacaciones. 

















Trabajar y estudiar el objetivo
 
 





 

 






Estamos en la capital
















Fernando se quedó en la cama y estuvo haciendo planes alegres en su pensamiento. Comenzó a llenarse de sueños y a darle vuelo a sus ilusiones. Fue formando un mundo alrededor de la enseñanza que le inculcaron, es difícil vivir en Bogotá, exclamó saltando de la cama y soltando una risotada.
Hay que saberla vivir, estamos en la Capital y está todo por hacer, dijo Cecilia. En Pereira nuestra vida fue de lujos, vivimos con todo lo necesario porque Luis tenía el mejor taller, en Calarcá nos tocó pasar dificultades, Ferney, Eduardo y Diego salieron a la calle. Fernando salió al patio. 






















La vida es dura en Bogotá
 
 






 

 




 
 
Se ve triste Fernando



















Fernando levantó la cabeza y miró el cielo Bogotano que llovía estrellas. Hubiera querido ver los cerros, pero allí no hay árboles. El viento arrastra las nubes y oye murmullos de voces que salen de los techos. Vagó por los alrededores de Casabianca.
Fernando tiene reprimido un sentimiento de tristeza en su alma. En la pequeña ventana del altillo, vio una sombra larga y descorrida hacia el techo que da vueltas y se mueve como la llama de una vela.
Se oyen sus sollozos confundidos con la lluvia. Se ve triste, no logra concentrarse en sus pensamientos perdidos en lo más profundo de su pasado. 















Fernando cerró los ojos y abrió en llanto
 
 
 





 

 




 
 
 
CAPITULO II


















MI PRIMER AMOR
 
 
 
 
 

 
 

 
 
 



 
 
Una serenata en Casabianca. 

















Aparece la guitarra de Alberto interpretando a unos ojos, plazos traicioneros, mar y cielo. Fernando salió y le dio la mano. ¡Con tu hermana no se puede! le dijo mientras se toma un aguardiente. No se angustie le dijo Fernando, se miran a los ojos y sonríen. 
Alberto procedente de Argentina, con su diploma de diseñador de modas, sus tangos, milongas y boleros, alegra las fiestas hasta el amanecer. 
















Está enamorado de Lucia
 





 

 






Lucia quiere a Alberto






















Al otro día Luis habló de Alberto y de la serenata, hizo reparos al noviazgo, Lucia y Alberto no se molestan, se ven tranquilos, muy confidentes y el romance sigue consolidándose en calma, 
Fernando abrió los ojos y vio la luz de la mañana, queriendo entrar por la ventana. Soñó que había dejado de existir, fue como una realidad. Vio a Cecilia levantarse antes del amanecer, la ventana está abierta y entró suavemente. Los días comienzan monótonos, todos saborean el café. 



















Bogotá es muy grande
 
 
 




campeón y goleador


 





 

Se enamoran

















Hay que prepararse bien, dijo Cecilia a gritos porque los sentía sordos y dormidos Los que se duerman van a aguantar mucha hambre, hay que pensar para hablar, no mentir, trabajar y estudiar, argumentó ella con seguridad. Ya va siendo hora que te levantes de esa cama, le dijo a Fernando. Déjame tranquilo contestó él debajo de las cobijas, pareció dormir. 
A esa hora ya había alguien en el lavadero. Quien tararea una canción, resplandece el aire y el sol mueve las nubes a través de un cielo azul y detrás de él hay más canciones. Alberto no recuerda lo que había dicho Luis. No recuerda nada por el efecto del aguardiente. 


}


















Aclara el día y se va la noche.
 





 


 





Fernando está flaco

















Fernando se levantó lentamente, está flaco y pálido, entró al baño, se lavó la cara y se ríe ante el espejo.
Luego, se le descolgó la cabeza y salió por la puerta que da al lavadero, sosteniéndose la cabeza con las manos. Después sobrevino su sollozo, un llanto suave pero agudo y un movimiento brusco, hace retorcer la cabeza encima de sus hombros. De repente vio que el cielo se volvió plomizo oscuro, aún no aclarado por la luminosidad del sol Capitalino. Sonrió, salió y entró. El día desbarata las sombras En ese instante se ve salir el sol por detrás de los cerros orientales.


















Se enderezó y entró a la cocina.
 
 





 

 




 
 
Fernando iluminado 

















Con Fernando entró una luz tenue, no como si fuera a comenzar el día, sino como si estuviera llegando la noche. Se sentó en un rincón y salió de su cuerpo, se perciben sus pasos que rondan como gato en la oscuridad. 
Siente unas manos en el cuello, las suaves manos de su amor platónico, de pie, en el umbral. con pelo corto que roza sus hombros, su cara pequeña y ojos negros. Su cuerpo atravesado impide ver la llegada del día, se observan pedazos de cielo y destellos de luz. Detalles tan pequeños de amor que atraen, sus ojos, su sonrisa, se ilumina su rostro inmaculado, como desprendiendo rayos.


















Una luz que ilumina todo
 
 
 





 

 

 




Cecilia con la mirada firme



















Fernando despertó, abrió sus ojos negros penetrantes que estaban llorando todavía, nadie lo entiende, nadie le cree, sentía un rencor vivo. Cecilia está triste, se queda mirándolo y no resiste la escena. Recuerdan todo lo que pasó en Calarcá. 
Entonces ella se dio vuelta. Apagó la luz de la cocina, cerró la puerta y rompió en sollozos. Pensaron que era un problema mental dijo Luis, ella no se atrevió a asegurarlo, sabe lo que han sufrido. Siguieron sus gemidos confundidos con la lluvia y el tictac de su gallinita que camina lentamente, como si se estuviera deteniendo el tiempo. Siempre han dicho que está loco dijo Luis. Porque su comportamiento es diferente.



















Debe estar muerto en vida
 
 





 

 
 




 
Luis en Bogotá




















Fernando se resolvió por el estudio, pero falló en su intento y se retrasó por siempre, recordó Cecilia. Siempre quiso terminar el bachillerato sin embargo sus limitaciones se lo impidieron. 
Al llegar al taller de mecánica sufre un trauma mayor, un delirio de persecución que lo deprime. Fernando abrió de par en par la puerta, entró a la pieza afanado, se puso la camisa arrugada y encima se colgó un buzo con motas amarillentas que usa desde su llegada a Bogotá.
El sol a esa hora es picante y cae sobre su integridad. Cortinas de nubes negras amenazan con precipitarse. Al llegar frente al taller observa que Luis comienza a impartir órdenes, a los obreros Diego, Heber y Wilmar, se lamentó aferrándose a uno de sus libros. 
















¡Pobre gente! Dijo
 
 





 

 
 




 
 
Fernando no está solo






















La madrugada fue apagando los malos recuerdos de Fernando, el mismo se oía el sonido de sus palabras, notaba la diferencia de este despertar. Las palabras que había pronunciado hasta entonces, ya no las volvió a recordar, ya no tienen ningún significado, no salen de su alma, como ocurre en los sueños. 
Fernando es buen lector y aún conserva los libros de Vargas Vila, como Aura o las violetas, Flor de fango, Ibis, rosas de la tarde, los divinos y los humanos, siente alivio al pensar que su destino está definido.
En esta mañana hay pocas nubes en el cielo Bogotano que aún está azul y el aire sopla fuerte arriba, aquí abajo se siente mucho calor..























Se siente sin miedo en Bogotá
 
 
 





 

 
 



 

Llegada al Restrepo




















De repente la tarde se volvió gris en el Restrepo. En la calle se respira un ambiente hostil. El crimen que comienza a aglomerar a miles de curiosos, en el caño del río Fucha donde flota un cuerpo sin vida; como consecuencia del fraude en las urnas, los integrantes del movimiento guerrillero ajustician selectivamente a quienes ostentan el poder. 
Nunca había visto un muerto, dijo Eduardo observando como Cecilia dobla su espinazo sobre el lavadero.  No puede explicarse por qué toda la gente estaba alrededor y ninguno hacia nada por sacarlo. 



















El cadáver estaba boca arriba
 





 

 






 
Cecilia y la política













Violentamente asesinado, rígido, inmóvil, abotagado, con protuberancias en la frente, los labios pálidos, el rostro macilento, con muecas de sufrimiento, flotando en la superficie del agua, vestido de paño gris a rayas, camisa azul y corbata roja. La gente dice que le dictaron la pena capital tras consultas con el pueblo.
Es una guerra entre los del brazo armado de la izquierda y los de la extrema derecha. Esta es la guerra política, dijo Cecilia que termina de colgar la ropa en las cuerdas del patio. Se apropiaron de la espada de Bolívar y van a matar a todos los opositores, gritó Eduardo recogiendo el balde del suelo y tomando a Cecilia del brazo la condujo a la cocina, en donde degustan el arroz con frijoles.















Se fundieron en su pasado.
 
 
 






 


 






Cecilia y sus hijos













Se había oscurecido, está Fernando, callado, con Cecilia, inseparables, se necesitan, se quieren. 
Sufren mucho y no saben por qué, talvez de tristeza. Fernando prefiere ver a su madre viva no muerta como la había visto en su último sueño. Suspira mucho y cada suspiro es como un sorbo de vida que se le va. 
Su cabeza está llena de ruidos y de voces raras. De voces extrañas y aquí, donde el aire es escaso, se oyen mejor. Se quedan dentro de su ser.  Se acordó de lo que le había dicho su madre en Calarcá Allá me oirás mejor. Estaré más cerca de ti y encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que es la de mi espíritu, si es que mi espíritu ha contactado con el tuyo. 














Mi madre no está muerta sino viva
 
 
 





 

 
 
 
 
 

 
 
CAPITULO III





 








AMORES EN BOGOTA
 
 

 
 
 
  

 
 
 


 







El primer trabajo














Eduardo corre en el Parque Nacional, presuroso, allí un Señor Moreno, de rostro fresco le presentó a Ligia.  Sus ojos se quedaron clavados en los suyos y bajaron a la Caracas conversando como si se conocieran de tiempo atrás. 
En San Vicente se impacta ante esta mujer llanera, de ojos negros y figura delgada, en su primer trabajo lo relaciona con Janeth, Griselda, Isabel. Zulma y Melva Sofía. Fue un amor a primera vista.

















Ligia es mi secretaria
 
 





 

 
 





 
Fernando y el taller












En la tarde, Fernando se sintió aturdido por el sonido del compresor y salió del taller presuroso a buscar tranquilidad en Casabianca. Al entrar se encontró con su amor platónico. Atinó mirarle con ternura sus ojos negros y hechiceros, su frente amplia, su pequeña boca, su pelo suave que cae sobre la espalda hasta la cintura de muñeca, Sintió de cerca su aire de gitana con espíritu llanero. 
Se sentó en un rincón de la cocina a tomar tinto con Cecilia, salió temprano del taller le dijo ella dando una mirada juzgadora por encima de sus gafas y cerrando la puerta le indagó sobre lo que le había ocurrido con Luis en el taller. Él le contó que no le gusta el taller y no soporta los ruidos. ¡exclamó! 











¡Tengo a mi mamá viva!
 
 
 





 

 
 




 
 
Una fiesta larga en el Banco













No estarás en el Banco solo para ganar dinero, le dijo Lázaro, sino para aprender la profesión y cuando ya sepas, entonces podrás ser gerente. Al día siguiente Eduardo llegó temprano a la oficina de la Presidencia del Banco. Se comprometió con la secretaria a traerle bonos, para consignar en la cuenta bancaria en efectivo. Se pusieron de pie y sonrieron. Entraron al salón tomados de la mano, como si se conocieran hace tiempo, entre tinto y tinto, miradas, sonrisas y mensajes subliminales, se regocijaron en una tranquila tarde. Ella le dijo: todo lo que tocas se vuelve oro y él se lo creyó. 












Es un empleado feliz
 
 
 






 




 
 
Lucia cerca de Alberto 











Lucia heredó el romanticismo de los Panchos y los mejores tríos de San Juan Puerto Rico y México, con ellos cultiva ese intenso amor. 
Promediando la mañana Lucia se encuentra planchando y doblando ropa, de repente apareció Alberto quien la busca presurosamente. Tan pronto se encuentran se funden en un abrazo y un beso, sin mediar palabras como nunca lo habían hecho.













 Sellaron para siempre un amor infinito. 













Cecilia está feliz de ver a su hija feliz
 
 
 
 




 
 





 
 
Toda una época exitosa














A partir del momento que empezó a trabajar con el Banco, no le volvió a faltar dinero en sus bolsillos y viaja a Medellín, Cali, Ibagué, Popayán, Pasto, Villavicencio, Armenia, Pereira y Tunja, con todos los gastos pagos por el B.I.C. En Uconal viaja a Cali, Chipichape y Palmira como Auditor Regional participando en la fusión de Empresas y con Janner, Edgar, Bernardo, Adriana, Clara Inés, Gladis, Edilma, Carmenza, Álvaro, Yolanda, Adíela, Fanny, Zulma, Ligia y Luis Alfonso en una época de éxito.





 








La Sonora Matancera, fútbol y salsa
 
 





 

 





  
¡Salud! Alberto ¡Salud!














Allá en el patio de Casabianca frente al lavadero, se encontraron ante una realidad preparada para la ocasión. ¿Qué es lo nuestro? Preguntó Alberto, cautelosamente. Nuestro matrimonio, contestó Lucia levantando la voz al tiempo que lo apretó contra su pecho. De inmediato Alberto sacó de su chaqueta de cuero un fino estuche y colocó una argolla de oro en uno de sus dedos y otra en uno de los suyos. ¡Salud! Dijo levantando la copa de champaña. ¡Salud! contestó Lucia. Él era una luz que se convirtió en su sombra, una sombra que aún hoy la persigue. 











Llovió toda la siguiente semana
 






 











 
Cecilia











Una mañana de esas premonitoria en el Restrepo amarteladamente en la terraza se estrechan dos pajarillos asustadizos. Los flirteos alcanzan a advertir la atención de dos intrusos. Cerca de la cocina lograron un galanteo trivial y al notar su presencia, bajaron el tono de su amorío. 
En la cocina conversan tranquilamente Cecilia y Fernando. Cecilia lo conduce al comedor debajo del cobertizo y con fascinación contemplan una cesta que contiene un ramillete de radiantes flores y azucenas de diferentes colores, brillantes, con tallos altos y verdes hojas, que les produce un entusiasmo profundo y los une en un espontáneo abrazo.












Nunca me habían regalado flores
 
 




 



 




 


 
 




 
 
Amanda el día de la madre











El suceso de la mañana ha quedado plasmado en la base de la maceta que contiene el adorno floral. Descubren una etiqueta con la rubrica propia de Amanda, que se adelanta en la conmemoración del día de la madre, próxima a celebrarse. 
Cecilia elogia el afecto de Amanda con este hecho trascendental. Como ocurría siempre, Cecilia mira el cuadro de las ánimas benditas y agradece en voz alta por los favores recibidos en este día. Seguidamente como por impulso Eduardo sacó de su dedo una argolla de oro y la colocó delicadamente en el de Cecilia congraciándose. En la sala se observa un feliz momento de Cecilia abrazada a sus hijos.












A ella le gustan las joyas
 
 

 




 
 





 
 
Cecilia cuenta historias











Esperaron a que terminara el rosario para que Cecilia sirviera la comida. A nadie más esperaban a esa hora de la noche. Fernando come muy rápido y al tiempo que manduca los alimentos suelta cortantes risas nerviosas. Este es un momento apacible para compartir una frijolada paisa con las historias de su natal Pereira. Escampó después de las nueve de la noche y todo está tranquilo en el Restrepo, Cecilia se esmera por atender a Fernando para evitar alteraciones de su comportamiento.
Eduardo volvió a su cuarto y empinándose observa a través de la ventana el accionar retraído de la avecilla que respinga en busca de calor paterno.











La observa pacientemente 
 
 
 
 




 
 





 
 
 Ferney entre abogados 












Cecilia ya se aclimató al frio Bogotano, dice que en los últimos años han cambiado muchas cosas, Lucia es madre de dos niñas, Amanda es enfermera, Diego se encarga del taller, Ferney adelanta su vocación de jurisconsulto y ejerce la profesión de abogado. 
Todos gozan de los beneficios de manutención de Luis. No importan las necesidades básicas, lo que en realidad los une es la tolerancia por los procederes de los demás. Una familia paisa viviendo en Bogotá
Luis produce para todos sin que hasta el momento alguien se atreva a coger las riendas de la casa.  











Es la misma historia de siempre
 
 












Cecilia en la inmensidad de Dios













Detrás de su Divina Providencia, donde ya no puedo verla y no puedo volver a escuchar sus palabras, Exclamó Eduardo.
Penetran los aires armónicos de aquella hermosa avecilla de fino pico y pequeños ojos verdes que retoza encima del lavadero, ávida de afecto, galanteando en la terraza. Cuando se la llevaron se acabó la alegría, se fue el amor.











La casa quedó sola y vacía
 
 
 




 



 

 
 
CAPITULO IV










 
AMORES VERDADEROS
 
 
 
 
 
  



 
 






 
Eduardo en la taurina











Ese día, la ventana de la casa abierta al cielo le permitió a Fernando ir y venir de nuevo libremente como un espíritu, salió y entró.
Los huesos de su cara están forrados por un pellejo curtido por sus treinta años de existencia, de los cuales los últimos diez han sido marcados por una rara e incapacitante enfermedad. No se supo nunca el verdadero origen de su mal. 
Ese viernes, la taurina estaba alborotada por las fiestas decembrinas, en un rincón se encuentran los Echeverry, de lejos los más peligrosos del barrio.
Eduardo entró a la taurina
 
 
 





 





Yudy su gran amor










Eduardo se acomodó en la barra a degustar el néctar y la buena música. La taurina estaba a reventar desde tempranas horas, sus luces y colores daban un aspecto carnavalesco, hombres y mujeres gritaban alborozados. Ahí se encontró con Manuel su gran amigo de colegio y Carlos su hermano.  
Eduardo se entusiasmó por el buen ambiente y comenzó a cantar fuerte, tras el sonido de los altoparlantes. Cuando sonaban los aretes que le faltan a la Luna irrumpió Yudy, que departía muy cerca, con su hermano Omar y sus sobrinas Yaneth y Liliana que estaba de cumpleaños. Él se quedó mirándola, le llamaron la atención sus cabellos largos y sus ojos claros, tímidamente trató de tocarla, pero ella instintivamente retrocedió, para volverse a él presurosa. 











Eduardo se animó a bailar
 
 
 






 






 

 
cara a cara













Desliza sus manos por toda su humanidad y su hechizo pelo, disfrutando cada instante de este encuentro inesperado y ahora se ubicaron en el centro de la pista, en un apretado baile sinigual.
Al término de la melodía, ella en un arrebato de pudor le dijo jadeantemente ¡no me beses! entonces como por instinto Eduardo la besó, sellando ahí este encuentro casual y definitivo.
Ella se retiró a su lugar, llevando los nervios de punta, abrumada y ansiosa. De inmediato se armó la bronca, se formó una monumental trifulca al lado de la pista, allí estuvo en peligro la vida de Eduardo, 
Absurdamente recibió el ataque feroz de cuatro bandidos, a medias logra repelerlos con una botella. La oportuna intervención de los Echeverry evitó su linchamiento, lo defendieron.












Con revolver en mano repelieron el ataque.
 
 
 





 






 
Eduardo y los espíritus












Eduardo se recogió en un rincón de la cama, pensando que se trataba de su hermano Fernando que había recaido en sus manifestaciones de excentricidad, no es nada malo dijo Cecilia con voz calmada, no tengas miedo, deje la luz prendida para que no tengas más ofuscaciones. 
Entonces Eduardo dejó la luz del cuarto prendida sin duda el espíritu perturbador le jugó una mala pasada. 












Téngale miedo a los vivos grito Luis
 
 









 
Su rostro dibuja una sonrisa 












Un fantasma envuelto en una sábana blanca recorre la casa paterna en forma misteriosa, Eduardo tiene la idea que era su hermano Fernando, su mirada inalterable le producía espanto, Fernando se quedó quieto debajo de la escalera, sus ojos brillan y su rostro dibuja una sonrisa.
No se preocupe dijo, observando la escena de lejos, lo cierto es que un amigo vino a despedirse, cuando alguien muere, su espíritu sale del cuerpo y hace un recorrido. El espíritu perturbador se retiró en silencio. Eduardo se durmió y Cecilia apagó la luz.












La noche pasó volando
 
 
 












 
Compromiso total












Al otro día Yudy está aseando la terraza y observa como una avecilla se asoma por encima del muro del lavadero. La observa a cada instante parece que la enamorara con su canto. La mañana se torna lluviosa y plomiza Por más que estuvieron muy cerca no fue posible que se tocaran sus corazones. ¡Qué haces! le dijo Yudy, Eduardo la seguía en el primer día del noviazgo. 
Yudy salió con sus dos sobrinas y las acompañó al colegio, era muy temprano y hace este recorrido todos los días, como también Eduardo está dispuesto a hacerlo y así hasta dejarlas en la clase, luego van tomar un café. 















En el planetario con Don Obdulio
 
 
 





 






  
Eduardo está enamorado












Cuantas veces quise estar compartiendo mi vida con una persona tan bella, le dijo a Yudy quien quedó en la casa con Flor, ha encontrado la mujer ideal, la que más lo quiere. 
Pensó comprar las argollas de matrimonio, aun no tenía nada preparado, era muy prematuro pensarlo y hasta hace muy poco dijo que no se quería casar y que tenía la vida por delante. Entraron al planetario Don Obdulio se paró lentamente para hablar con doña Berthica, de golpe todo cambió y no los volvieron a ver. 












Lo quiere más que su mamá
 
 
 




  








Yudy con Elsa y su familia











A Eduardo se le ocurrió pensar que ahora está enamorado y quiere casarse. 
Pensó comprar las argollas de matrimonio, aun no tenía nada preparado, era muy prematuro y hasta hace muy poco dijo que no se quería casar y que tenía toda la vida por delante es un exitoso en el Banco, campeón y goleador. 
Finalmente dijo que ha encontrado la mujer ideal, la que más lo quiere después de su mamá, la más completa de todas.












El matrimonio es muy importante
 
 
 





 





 

 
¡papito! papito! ¡papito! 











En diciembre se fueron para Honda Tolima con Omar, Gladis, Dora, Flor, Darío, Obdulio, Don Obdulio y doña Bertica, en la ciudad de los puentes y las calles empedradas comen viudo de pescado en compañía de la familia Reina.













Quieren dos hijos, niño y niña.
 
 





 







Llenos de paz y alegría












Disfrutan animadamente con calor y un ambiente sinigual. Se casó con Yudy y tuvieron dos hijos en una luna de miel inolvidable. Con su esposa Yudy y sus dos hijos Rodolfo y Diana tuvieron una vida acomodada y feliz. 
En la parroquia de San Antonio, centro de ceremonias para el matrimonio y los bautismos. A Eduardo le vino muy bien el matrimonio, se consolidó en el Banco, disfruta de su familia Lucia, Cecilia, Luis, Amanda, Fernando, Diego, Ferney, Alberto, Olga y Magaly. 













Me gusta más que levantarme tarde
 
 
 





 






 
Es lo mas importante












La vida en pareja les llegó como anillo al dedo la pasan bien, alegremente, cada día se quieren ¡más¡, ¡más ¡y ¡más¡, es una aventura emocionante, con amor todos los días, van a la pizzería y comparten con sus dos hijos.
El sol entra a la casa sin abrir las ventanas, se escucha la música del amor puro de este hogar.













¡Te quiero¡, ¡te quiero¡, ¡te quiero ¡
 
 
 
 



 

 




 
Es una llama que nadie puede apagar
 
 










 
CAPITULO V













 
 
AMOR MATERNAL
 
 












 
 
CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA
 












1970-2020 EDUARDOCELIS
 
 





 






 
Es una luz brillante












Cecilia le dijo a Amanda que se iba a bañar y le pidió un jabón perfumado, ella se fue a tráeselo y cuando volvió ya estaba en el baño.
Ya no respondía, ¿Está usted ahí? Preguntó angustiada ¡Dígame, por favor está viva o no! se está bañando! ¡voy a abrir la puerta! cuando abrió la puerta se encontró de golpe sola en ese baño vacío. Las ventanas estaban abiertas y del cielo llovían bolas de luz brillante. Amanda llamó a Eduardo para contarle lo sucedido quien se asomó por la ventana y la vio blanca y radiante. Ferney la abraza y ella mueve sus manos en señal de despedida. 












La vio brillante como el sol
 
 
 





 






 
Comparten con Lucia














Luis se apuró a salir sin desayunar, trató de levantar la batería del carro y se reventó un resorte. Regresó a la casa dejó la batería en el suelo, salió y se fue. En la tarde Cecilia se asomó por la ventana y vio a Magaly conversando con Juan Manuel.
Lucia y Samuel entraron a la sala y se quedaron esperando la salida de Alberto que estaba en su cuarto, pero no salió, ella lo llamó y no contestó, decidieron entrar y está vacío, como si nadie estuviera allí, solamente se supo que Alberto ya se había ido. Siempre quiso regresar, sin embargo, está demasiado apegado a su hogar, a Lucia, a sus hijas, a su hijo, a sus nietos. 












Ella no se acostumbra a la soledad.
 
 
 





 






 
Luis salió temprano 












Pareciera que tuviera afán por llegar al taller, es la razón de su ser, desde niño trabaja allí, aprendió ese arte. 
Por qué lloras mamá, preguntó Fernando, al observar lagrimas en su rostro. No quiero que tu padre se muera antes que yo, contestó y dijo: quiero que estemos los dos por siempre. Los tres quiero decir.












Fernando sonrió
 
 
 
 





 









Llegada a Soacha












Alberto y Eduardo llegan a Soacha, es una fiesta, los dos ríen, comparten con los trabajadores, en una experiencia inolvidable brindan por cada ladrillo que se pega y las tapas de las cervezas van a las bases, todo se convierte en una carcajada. 
Y llegan Diego y Ferney, con alegría, para conocer el avance de la obra de la casa paterna. Cecilia llega con Luis su amigo de infancia, cuando lo conoció era una niña dice, luego entró a la casa, con Fernando y Amanda se abrazan y se besan.












Olga y Magaly entran con Lucia
 
 
 









 

 
Pobre de ella se siente triste












Se hicieron la promesa de morir juntos. De irse los dos para darse ánimo uno al otro en el último viaje, por si se necesitaran, por si acaso encontraran alguna dificultad, eran amigos desde Pereira. Oyeron que alguien se queja y se da cabezazos contra la puerta. ¿Qué es lo que le pasa? Le preguntaron de adentro, Busco a mi papá, contestó, me dijeron que está aquí. 












Ya se marchó y no está aquí
 
 





 
 






Se le va la voz












Como que se le pierde el sentido. Como que se ahoga con un taco en la garganta. Ya no sabe si es un sueño o es la realidad, va y viene, entra y sale. Hubo un tiempo en el que estuvo oyendo durante muchas noches la voz de su mamá. 
Fernando mete la mano por un orificio de la ventana y coge una manzana, la mordió y sintió que está en descomposición, no había nadie. No tiene agua, no hay luz ni gas es como un destierro. No siente el pelo, no encuentra la cara y sus manos están más arriba de los hombros, se sentó en el suelo. 












Esperando que alguien llegara 
 
 





 







Eduardo lo mira y le habla de fútbol












Fernando se acerca a la ventana para ver si hay alguien, pero está oscuro. Le llegan los ruidos de su voz hasta la media noche. Las piezas están solas. En la madrugada se fueron apagando sus recuerdos. Ya no oía el sonido de sus palabras. Se cansó y se quedó dormido. En sueños sigue oyendo voces como ecos del aullido de los perros. Ferney se hace a su lado siempre se les ve juntos. Fernando dice que la luna se observa más grande y se alcanzan a ver los cráteres. 












Nunca pudo recuperarse
 
 
 
 




 





 
 
Eduardo se encontró con Diego












Se cruzaron la mirada y Diego sonrió, se esconde en su pieza, no tiene ganas de salir a la calle, sacó un yogurt de la nevera y decide quedarse en la casa, subió la escalera vio a Lucia y Alberto almorzando con sus tres hijos y sus dos nietos, miró y siguió escondido, detrás de la puerta, como un niño.
Diego preguntó. ¿quién está cumpliendo años hoy? Cecilia contestó Eduardo. 
Eduardo y Diego comparten juntos desde el primer día de llegada al último de su partida.












Un viaje muy tranquilo
 
 







 






 
 
Diego es la salvación












Diego llegó a Matatigres para hacerse cargo del taller de mecánica porque le dijeron que su padre está muy enfermo. 
Cecilia le dijo, no dejes abandonado a Luis en estos momentos tan difíciles. 
Estoy segura de que lo está necesitando con urgencia dijo ella, hace días que no viene a la casa. No le gusta que lo vean enfermo.












Muriéndose en ese taller
 
 
 
 
 




 
 
 
 






 
Diego así lo hizo













Y de tanto decírselo se quedó trabajando al lado de Luis y Pablo. No le vaya a cobrar por la ayuda, hágalo de corazón. Exígele que vuelva a la casa. Que se olvide de rencores, hijo dígale que vuelva, dígale que yo lo quiero mucho.
Así lo haré, mamá. Contestó Diego, aunque no pensaba cumplir su promesa por mucho tiempo debido a que había tenido varios altercados con Luis. Dentro del taller no los trataba como hijos sino como trabajadores, sin embargo, yo también lo quiero, dijo. 












Aquí lo cuidaremos mejor.
 
 





 






 
Diego y hermanos












Hasta que ahora le tocó volver por obligación y de este modo se esforzó por trabajar nuevamente en el taller a pedido de su madre. Por eso vine a Matatigres para atender los negocios de mi papá, se expresó Diego ante sus hermanos. Era ese tiempo de la bonanza cuando a Diego lo llamaban de muchos talleres para realizar su trabajo de latonero.  El trabajo en noviembre y diciembre abundaba y en enero y febrero se escaseaba. Diego trabajaba dos meses y descansaba hasta que se le acababa el dinero. Pero el que trabaja bien se lo pelean los dueños de los talleres. Diego prefería trabajar en otros talleres porque le pagaban completo el jornal todos los fines de semana. 












Mi mamá me mandó a ayudarlo
 
 
 
 



 




 
Diego trabaja duro 












Siempre fue así me volaba y el retorno era por pesar con mi padre, jamás volví con alegría siempre traía los ojos llenos de tristeza de tener que volver obligado. Hoy es diferente porque vengo con los ojos de mi mamá quien me los dio para ver la necesidad por la que pasa mi papá y no por el dinero. La voz de Luis no era tan fuerte, era más bien suave, casi apagada, como si hablara consigo mismo. ¿Y por qué volvió usted a Matatigres, si se puede saber? preguntó Pablo. Vengo a ayudarle a mi papá contestó.  













No eres muy constante
 
 
 




 






Cuesta abajo como el tango
¿Y cómo sigue su padre? preguntó Lázaro preocupado por la ausencia de Luis. Ya está mejor don Lázaro, pero no quiere salir de esa pieza. Déjelo tranquilo menos mal que tiene a su hijo mayor atendiendo el taller. 
Yo también soy hijo de Luis dijo Pablo y estoy ayudándolo. Todos somos sus hijos dijo Luis, pero de distinta madre, por lo menos él me llevó a bautizar dijo. ¿Con usted debe haber pasado lo mismo? No me acuerdo, pero creo que si contestó Pablo. 
Luis tiene los ojos hinchados 
 





 






 
Lucia los abraza





















 
¡Váyanse al carajo! ¿Qué dice usted? Preguntó don Lázaro. Que ya le estamos terminando su carro para entregárselo. Sí, Gracias Diego. En Talleres Santacruz Luis se enfermó y sus hijos lo reemplazan dijo don Lázaro. Lucia abraza a sus hijos y a sus nietos mientras Cecilia se distrae conversando con Diego y Eduardo y disfrutando el cielo azul del atardecer. Ahora están aquí en este pueblo sin ruidos. Oyendo caer las pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Algunas casas están vacías con las puertas cerradas invadidas de yerba. Al cruzar la bocacalle ven a Fernando fumando un cigarrillo y se desapareció como si no existiera. Después volvieron a verlo.













Lo siguieron con la mirada
 
 
 





 







Fernando en silencio













¿Es que no sabe dónde vive? Allá está la casa junto al centro de salud. Su voz está desafinada, su boca como seca y la cabeza muy desprendida de los hombros. Sus ojos clavados en la tierra, Fernando ha sufrido mucho, siempre lo he visto enfermo, dijo Diego, volvieron a la casa y estaba jugando con los niños. Cecilia sintió frío. Ni las palomas, ni el cielo azul, la pudo consolar, sentía una agonía. Cae la noche y se escucha el silencio, aún no está acostumbrada a quedarse sola, su cabeza sufre de calores. No entiende porque está viviendo en un pueblo tan solitario.












Conversando con alguien que no existe
 
 
 





 








No se preocupe por eso mijo














Si se quiere venir a vivir conmigo, será bienvenido, le dijo Eduardo a Diego. ¿Dónde más podré encontrar alojamiento seguro? Solamente en su casa y donde Lázaro si es que todavía vive. Dígale que va de mi parte. ¿Y cómo se llama usted? —Luis su papá —contestó. Lo alcanzó a ver y le dijo soy su hijo. Parece que nos hubiéramos puesto cita, como si se hubieran estado esperando, porque se abrazaron, de inmediato se metieron por unos cuartos oscuros y desolados. Iban caminando a través de un angosto cuarto que no tenía puertas, solo aquella por donde entraron. Diego encendió una vela y lo vio vacío, vamos a comer algo, estoy cansado dijo. 













Aquí no hay dónde acostarse
 
 
 
 
 
 




 







 
CAPITULO VI
























AMORES CELESTIALES
 
 
 
 
 
  




 
 
 


 

 
Cecilia de colores













El agua gotea hacia la arena del patio. Diego organiza la herramienta. Ya se había ido la tormenta y de vez en cuando cae la brisa. Las palomas bajan picoteando las lombrices desenterradas. Cecilia apareció en medio de un sol de colores que jugaba con el aire de la mañana. Fernando sintió sus manos suaves que le acarician su cara, mijo he orado mucho por ti. El aire levanta sus vestidos de seda y los hace reír. Se juntaron en un fuerte abrazo. Mientras un rio de agua viva corre entre sus dedos. Sus cabellos vuelan al viento, caen haciendo maromas y acrobacias. 














Sobre el verdor de la tierra.
 





 







Tiene sus labios rojos
 














Como si hubiera besado el pétalo de una flor
 





 







Mi mamá está viva 














Ya me estoy acostumbrando a verla tan radiante, como una luz. Siempre he estado cerca de ti le dijo mirándolo con sus ojos negros, enmarcados por frondosas cejas. Fernando alzó la vista y miró a su madre con ternura. ¿Sabes que estoy pensando? Que vamos a estar aquí juntos por mucho tiempo. Vamos a tomar tinto. Ahí estaba Diego con Eduardo y Mauricio, oyéndolos conversar, aunque ellos no los veían, se quedaron callados. Ya voy, mamá. ¿Dónde te habías metido? Dijo Cecilia cuando sintió la presencia de Diego le dijo: Te estábamos buscando. Estaba en otro patio dijo Diego, donde no hay perros rabiosos. ¿Y con quién? 













Con el pastor estaba orando.
 
 
 





 
 
 



 
 
Con sus ojos negros bien abiertos
 










 

Amanda la menor



















La llegada a Bogotá les ha regresado la ilusión de una nueva vida
 













El aniversario de Luis













Cecilia les habló muy duro como si estuvieran a kilómetros de distancia, encima de las nubes, en el más allá, vamos a rezar el rosario. Claro que si contestó Amanda. Allí está Lucia en el umbral de la puerta, con una vela en la mano, lista para rezar el rosario. Me siento triste, dijo. Entonces se dio vuelta y colocó la vela en el candelero. Cerró la puerta comenzó a orar mientras caía la lluvia. Cecilia recordó que Luis fue un buen hombre, muy cumplido y le perdonó todos sus errores. Nos alcahueteaba todo en Pereira. Hasta que se vino para Bogotá
El reloj marca las siete en Soacha
 





 
 






 
Cecilia junto a Luis














Después que se le reventó el resorte dejó de hablar. Decía que ya no tenía sentido decir cosas que no servían para nada. A las comidas ya no les encontraba ningún sabor. Desde entonces enmudeció, sin embargo, no se le acabó la costumbre de gritar a la gente.   Todo está en silencio. Diego y Ferney están en la sala. 
Luis pensó que debía estar muerto, seguramente. Bueno, ya no me preocupa porque los hijos están grandes, dijo. Se puso a mirar a Cecilia que la tenía al frente y pensó que debió haber pasado momentos difíciles. 













Aguantó cincuenta años conmigo
 
 






 







 
Cecilia no lo puede creer














Cecilia se quedó mirándolo fijamente y pensó que ya habían pasado Cincuenta años y no pudieron vivir como querían sino como podían, la vida en Bogotá es difícil para todos, no puedo creer que Luis se muera primero, dijo. 














Que voy hacer sin Luis.
 
 
 





 
 
 
 
 


 
 
 
CAPITULO VII






 






ALBUM FAMILIAR
 
 
 
 
 
  




 
 
 



 

 
Cecilia y Luis llegaron sorpresivamente al Barrio San Antonio de Bogotá
 













 
CECILIA LOPEZ CON LUCIA Y EDUARDO




 







 

 
Una niñez sana
 















Cecilia recordó que todo comenzó en Calarcá
 














Ferney la abraza y ella mueve sus manos 
 

















Una madurez feliz
 













Los vidrios de las ventanas se oscurecieron y resbalaban gotas como de gruesas lágrimas
 
 












 
Una juventud exitosa
Cuando aún estaba en la cama Luis dijo que se le había reve
ntado un resorte







 
LUIS
 
 













 
EDUARDO Y JORGE RODRIGUEZ
¡Téngale miedo a los vivos! Gritó Luis desde la cama
 














LUIS
 
 














Luis la abraza suavemente
 






 








JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ EN MEDELLIN
 
 













 
BOGOTA 50 AÑOS 1970-2020
 













 
En la Plaza vieron volar las palomas, moviendo el aire con sus alas mojadas
 
 
 
 






 







 
 
Eduardo degusta el aguardiente néctar y la buena música 
 
 














Por: José Eduardo Celis López
 






 








Cecilia está pálida, el clima de esta ciudad le ha afectado su salud
 
 















 
EDUARDOCELIS GOLEADOR
 













 
Un fantasma envuelto en una sábana blanca recorre la casa paterna
  















Después de la media noche Eduardo regresó a casa en compañía de los Echeverri
 















LUIS ERNESTO SUAREZ Y EDUARDO
 















JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ
Pereira, 27 de marzo de 1954
 














 

Observan negocios de música, almacenes de ropa, cafés, librerías, Iglesias, museos y el mítico Cerro de Monserrate
 
 
 





 








 
LA ALEGRIA DE VIVIR  
 
















Con Doña Bertica en su mejor momento
La Atenas Suramericana está inmensamente fría y acogedora





 








FERNANDO VELASQUEZ Y EDUARDO
 


















EDUARDO CELIS D.T. CAMPEON
 















HILDERBRANDO MARTINEZ Y EDUARDO
 















Ahora comienza una llovizna de nieve, que observan eufóricamente
 






 
 









 
ARMANDO CAMACHO GARCIA Y EDUARDO
 
















GOLEADOR
 

















GERMAN LEYTON Y EDUARDO
 
 
 






 









JANNER LOZANO Y EDUARDOCELIS
 

















BIC RESTREPO
En el centro descubren una mole de edificios que se alinean formando una selva de cemento
 















 
EN LA UNIVERSIDAD JAVERIANA
 


















MAGASLY CON EDUARDOCELIS
 

















D.T. DE LA SELECCIÓN DEL B.I.C.
 
 
















 
Respiran un aire tranquilo, sienten muy cerca el latir de corazones, perciben la presencia del amor







 








 
CON LA SELECCIÓN B.I.C. 1979







En la noche observa la lluvia de estrellas de la Urbe Capitalina
 
















UNA MADUREZ FELIZ
 





















SALON ROJO
 

















UNA NIÑEZ SANA
 















 
Luis es enérgico y autoritario, desde muy joven ha estado metido en el taller y nunca ha tenido vacaciones
 



















FERNEY EN EL D.I.M. DE MOSQUERA
 












}



RODOLFO UNA NIÑEZ SANA
  















LUIS MARIA CELIS EN EL BARRIO RESTREPO  
















CECILIA, RODOLFO Y LUIS 1984

















Bajan por la escalera eléctrica y salen a la séptima, congestionada por la gente y el ruido
 




















OLGA LUCIA 


















LUCIA CELIS  MAGALY OLGA 
 
















YUDY, RODOLFO Y DIANA
 



















AMANDA Y CECILIA
 





















TODO EN LA IGLESIA SAN ANTONIO
 



















De pronto Cecilia se iluminó con los relámpagos, mientras pensaba en sus seis hijos, uno por uno de mayor a menor
  



















FERNEY CELIS LOPEZ EN EL TEATRO YARI
 





















Durante el almuerzo dialogan animadamente
    




















FERNEY CELIS LOPEZ  
  



















FERNEY Y LUIS
 















Luis se recostó en la cama y duerme profundamente mientras penetra un rayo de sol por la ventana de enfrente
 




  







LUCIA CON AMANDA Y CECILIA
 
 



 
 
 







 
 
 
 
 
 


 






 
 
 EN EL PLANETARIO
 





















EDUARDO CELIS EN SOACHA
 
 








  













CELIS LOPEZ FAMILIA
 









 













Levantó la cabeza y miró el cielo Bogotano que llovía estrellas
 
 
 







 









 
  
FERNEY CELIS LOPEZ
  




















 ALBERTO LOPEZ Y LUCIA CELIS LOPEZ






















La gente Bogotana es culta y muy elegante concluyó Cecilia
 
 























  JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ
  




















RODOLFO CELIS REINA



















Al otro día Luis se levanta hablando fuerte, como para que todos escuchen
 
 


















 

OLGA ABOGADA






  
























ALBERTO LOPEZ Y LUCIA CELIS DE LOPEZ














































Cecilia comparte un café en compañía de Fernando





















LIBRO





CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA
 
 





EDUARDO CELIS
 
 
 



 





 
EDUARDO, MAGALY Y FERNEY
 






Cincuenta años en Bogotá










 


}







 
Al medio día caminaron hacia la plaza de Bolívar
 





 EDUARDO, YUDY Y CECILIA
  
 








 
 FERNANDO, RODOLFO Y FERNEY
  








YUDY, MAGALY, OLGA, LUCIA, RODOLFO Y DIANA










 














A esa hora el sol les daba por la espalda, un sol desfigurado por las nubes de los cerros orientales
 























  
EDUARDO Y YUDY
 

























 YUDY, EDUARDO, DORA Y OMAR
 
 









 













Ella tiene una apariencia sexagenaria y a Luis los años le pasan por encima
 



















 YUDY, CECILIA LUCIA, OLGA Y MAGALY
  




















YUDY, EDUARDO, RODOLFO Y DIANA
 




















CECILIA Y LUCIA
 
 























EDUARDO Y CECILIA
 









 













Lloviendo y haciendo sol, son las gracias del Señor, exclama Cecilia












 














 LUIS
 
























 YUDY Y ELSA
 







 

 








Hay que saberla vivir, estamos en la Capital y está todo por hacer, dijo Cecilia para animarlo
 










 












 SUSANA PAOLA Y OLGUITA
 
 
 





 













 OBDULIO REINA EN EL PLANETARIO 

























(1985)
 
 
 







 












 
 CECILIA Y LUCIA EN EL RESTREPO (1982)
 



















 
LUCIA, CECILIA Y EDUARDO (1986)
 





















 
 CECILIA LOPEZ DE CELIS (1984)
  











AMORES










EDUARDOCELIS (1994)


























Fernando se quedó en la cama y estuvo haciendo planes alegres en su pensamiento
 












  









BOGOTA50
























Cecilia cubre sus manos con las mangas del abrigo y tiene los labios congelados
 







 







EDUARDOCELIS









JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ






GOLEADOR










CAMPEON









GANADOR



















 
EN EL RESTREPO 
 





















Pisaban el pavimento, como dos niños jugaban y cantaban disfrutando el hielo Capitalino
 


















 
 FERNANDO Y FERNEY EN EL RESTREPO (1984)
  



















LUCIA, CECILIA Y AMANDA EN EL RESTREPO (1982)
 




















 
 EDUARDOCELIS Y ANA YUDY REINA (1982)
  









Aparece la guitarra de Alberto López interpretando a unos ojos, cosas como tú, plazos traicioneros, mar y cielo
 

 








YUDY EN EL RESTREPO
 
 


 







CECILIA, AMANDA, YUDY. EDUARDO Y LUCIA (1985)
  









YUDY REINA Y EDUARDOCELIS (1981)
 

 







Cecilia tiene sus ojos negros, su cabello corto ondulado, la mirada firme con la frente siempre en alto. Luis tiene su voz fuerte, varonil y su sonrisa artística

 
 








 EDUARDOCELIS BIC RESTREPO (1979)  
GUSTAVO Y OLGA
 
 













Suben a un restaurante frente al palacio de justicia, conversando sobre el taller y el comportamiento extraño de su hijo Fernando
 
  

















Cecilia tiene sus ojos negros
 


















CON INGRITH
 
 
















OLGA Y OLGA
 


















Ya han pasado cinco años desde que Luis trasladó el taller de Calarcá, a la vieja calle sexta de Bogotá
 
 















  
Está demasiado apegado a su hogar
 















LUCIA, EDUARDO Y DIEGO
 

















GOLEADOR B.I.C.
  
















JANNER Y EDUARDO
 








Luis asume una actitud alegre, ella levanta la frente y se alisa su pelo
 
 

 







 El matrimonio es muy importante
 

 








EDUARDO, ALONSO Y AUGUSTO
 










EN LA CEJA












EDUARDO CON LILIANA Y YUDY
  











Yudy salió con sus dos sobrinas
 







Luis los años le pasan por encima













En la tarde regresan a casa por las mismas calles mojadas
 









OLGA LA TIA
  











Ferney dice que la muerte no existe
 

 









PAOLA Y OLGA
 










Y fueron felices…
 
 

  








Eduardo llegó temprano a la oficina
 



Un nido de amor
 

 





Conversando con Eduardocelis






Luis María Celis Rey
Cecilia López de Celis
Diego Celis López
Ferney Celis López
Lucia Celis López
Luis Fernando Celis López
José Eduardo Celis López
Amanda Celis López 
Olga Lucia López Celis
Luz Magaly López Celis
Adolfo Mauricio López Celis
Rodolfo Celis Reina
Diana Esperanza Celis Reina
Susana Paola Velásquez Celis
Volumen II año 2021
 
 











 
 
Los idus de marzo
 



















Gabriel García Márquez


















Nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca Magdalena, creció con sus abuelos maternos, a los cinco años sus padres, se fueron a vivir a Sucre, en donde abrieron una farmacia.
A principios de 1958 escribió: 
“El general Marcos Pérez, dictador de Venezuela durante diez años, se había fugado para Santo Domingo al amanecer. Sus ayudantes habían tenido que izarlo hasta el avión con una cuerda, pues nadie tuvo tiempo de colocar una escalera, y en las prisas de la huida olvidó su maletín de mano, en el cual llevaba su dinero de bolsillo: trece millones de dólares en efectivo. 






 






 
Unos quince años después, a partir de ese episodio y sin dejar de evocarlo, escribí El otoño del patriarca. 
Mi primer texto para aprender a descifrar el misterio fue Los idus de marzo. Como lo saben quienes la han leído, la novela es la reconstrucción literaria de los últimos años de la República Romana y de la propia vida de su dictador, Julio César. 
El pretexto del relato, en torno del cual se construye, es una fiesta ruidosa que Clodia Pulcher y su hermano ofrecían en honor de dos varones ilustres: Julio César y el poeta Cayo Valerio Cátulo. 
Es una licencia literaria, porque el año de la fiesta, que era el 45 antes de Cristo, Cátulo debía tener unos ocho años de muerto. 
 












 
Pero un escritor grande como Thornton Wilder no podía detenerse en esas menudencias racionalistas. "Cayo murió con un coro de Edipo en Colona", decía el relato.
Antes de Los idus de marzo, lo único que yo había leído sobre Julio César eran los libros de texto del bachillerato, escritos por los hermanos cristianos, y el drama de Shakespeare, que, al parecer, le debe más a la imaginación que a la realidad histórica.  
 
 


















 
Pero a partir de entonces me sumergí en las fuentes fundamentales: el inevitable Plutarco, el chismoso incorregible de Suetonio, el árido Carcopino y los comentarios de guerra del propio Julio César. A fin de cuentas, Los idus de marzo es sólo una hipótesis sobre la personalidad de César. Pero es una hipótesis que tal vez supere la realidad. El 15 de marzo del año 44 antes de Cristo, todo el mundo en Roma sabía que a César le iban a matar.  
Todo el mundo menos él mismo.














Cualquier parecido con cualquier otra historia, viva o muerta, será pura coincidencia”.
 
 



























UNA JUVENTUD EXITOSA

 









AMORES
 









JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ 

 














SITIO OFICIAL






  




 

 
 
 
 












José Eduardo Celis López
















 
CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA 1970-2020
 







eduardocelis






cincuenta años en Bogotá

 



joseduardocelislopez




campeòn y goleador Bic 1976

 



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campeòn y goleador Bic 1976

 







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No es nada malo dijo Cecilia con voz calmada, no tengas miedo, deje la luz prendida para que no tenga más ofuscaciones.

 

 







Al otro día Cecilia está aseando la terraza y observa como una avecilla se asoma por encima del muro del lavadero, sonríe y guarda silencio.






 La observa a cada instante parece que le incomodara con su canto. La mañana se torna lluviosa y plomiza.

 


 

BIC



El aire levanta sus vestidos de seda y los hace reír.










Se juntaron en un fuerte abrazo con la mirada fija en sus ojos. Mientras un rio de agua viva corre entre sus dedos.

 

 




En la terraza Fernando hace muecas como si se le desprendiera la cabeza. Fernando sufre de un movimiento sintomático producido por la contracción de los músculos del cuello.
  
Y se encontró de pronto solo en la casa vacía.




CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA









TODA SU JUVENTUD EN EL BIC FUE EXITOSA





















march 2011

 


CAPITULO I










AMOR PLATÓNICO

 

 


















Cincuenta años en Bogotá







CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA





1970-2020





EDUARDOCELIS

 







 

 

 

 




Cecilia y Luis llegaron sorpresivamente al Barrio San Antonio de Bogotá.

 


 

En la noche observan la lluvia de estrellas de la Urbe Capitalina.




Ven pasar los trolebuses por la Caracas con sobrecupo de pasajeros.




El frío penetró sus huesos y los obligó a entrar a Casabianca.




Allí encontraron su amor platónico.




Llovió toda la noche y
 Cecilia tosió insistentemente.




Ya todos estaban durmiendo.




Poco a poco fueron acomodándose al nuevo ambiente familiar. Ella tiene una apariencia sexagenaria y a Luis los años le pasan por encima.

 


 

Luis cuenta con cincuenta y cuatro años y Cecilia con cuarenta y seis, parece mayor.







Cecilia tiene sus ojos negros, su cabello corto ondulado, la mirada firme con la frente siempre en alto.







Luis tiene su voz fuerte, varonil y su sonrisa artística.






Escuchando el salpicar del agua se quedaron dormidos.






Por la mañana volvió a llover y cuando despertaron se alcanzaba a sentir la leve llovizna. Cecilia no está acostumbrada a este frío y Luis se encuentra aclimatado.

 


 

Los vidrios de las ventanas se oscurecieron y resbalaban gotas como de gruesas lágrimas.






De pronto ella se iluminó con un relámpago, mientras soñaba con sus seis hijos.







Todos eran de Pereira menos la menor que vino de Armenia, todo comenzó en Calarcá, recuerda ella.







Al medio día caminaron hacia la plaza de Bolívar. Cecilia va feliz.







Las calles mojadas dejan escapar vapor, al contacto del sol con el betún del asfalto.

 


 

En la Plaza vieron volar las palomas, moviendo el aire con sus alas mojadas.







Cae una pertinaz lluvia.




Cecilia cubre sus manos con las mangas del abrigo mientras
Luis la abraza suavemente.









Pisan el pavimento mojado, disfrutando el hielo Capitalino.






La Atenas Suramericana está fría y acogedora. Las calles están inundadas.

 


 

En el centro descubren una mole de edificios que se alinean formando una selva de cemento.







Suben a un restaurante, conversando sobre el taller de mecánica y el comportamiento de su hijo Fernando.


 

Durante el almuerzo dialogan animadamente.







Cecilia está tranquila y Luis muy animado. Ella levanta la frente, sonríe francamente y se alisa su pelo.

 


 

Luis asume una actitud alegre y levanta su copa dando un brindis. Ya hace cinco años que no compartían juntos, desde que Luis trasladó el taller de Calarcá, a la vieja calle sexta de Bogotá.







La vida les dio otra oportunidad.







Bajan por la escalera eléctrica y salen a la séptima, congestionada por la gente y el ruido.

 



 

Observan negocios de música, almacenes de ropa, cafés, librerías, Iglesias, museos y el mítico Cerro de Monserrate.






Ahí comienza una llovizna de nieve, que observan eufóricamente.







Lloviendo y haciendo sol, son las gracias del Señor, exclama ella.







En la tarde regresan a la casa por las mismas calles mojadas. A esa hora el sol les da por la espalda, un sol desfigurado por las nubes de los cerros orientales.

 



 

La gente Bogotana es culta y muy elegante, concluyó Cecilia.






Luis se recostó en la cama y duerme profundamente, mientras penetra un rayo de sol por la ventana de enfrente.







Cecilia comparte un café en compañía de Fernando. Respiran un aire tranquilo.







Sienten muy cerca el latir de corazones, perciben la presencia del amor.

 



 

Es muy rebelde, Cecilia lo conoce bien desde que era niño, pero nunca ha entendido la razón de su rebeldía.







Una tarde en Calarcá tiró la cama, las cobijas, las almohadas y el colchón al patio, recuerda Cecilia.












Fernando se rio y Cecilia lloró en silencio, hasta agotar sus lágrimas.







No pudo levantarse pues tenía una pierna inflamada.





Se encuentra aprisionado dentro de su propio cuerpo, dice ella.






Después de tomar el café guardaron silencio por un buen rato.

 

 



 

La llegada a Bogotá les ha regresado la ilusión de una nueva vida.







Fernando encuentra la punta de sus deseos, dice que quiere estudiar en lugar de trabajar.







Nadie puede ayudarlo, todos están en el rebusque, quieren salir adelante por sus propios medios.







Llegada la noche las luces en Casabianca se apagan, dejando ver las estrellas fugases recorriendo el firmamento Bogotano.

 



 

 

Solo se oye un aire tibio que entra del patio y el rezongar de un pajarillo, que hace nido encima del lavadero.







Al otro día Luis se levanta hablando fuerte, para que todos escuchen.







Aquí se acostumbra trabajar o estudiar o ambas cosas a la vez, gritó.





Fernando se quedó paralizado en la cama, pareciera que se muriera cada día una parte de su cuerpo.

 


 

Los demás se movilizan al oír la voz fuerte de Luis.







Luis es enérgico y autoritario, desde muy joven ha estado metido en el taller y nunca ha tenido vacaciones.







Fernando se quedó en la cama y estuvo haciendo planes alegres en su pensamiento.

 


 

Trabajar y estudiar es su objetivo.






Comenzó a llenarse de sueños y a darle vuelo a sus ilusiones.






Fue formando un mundo alrededor de la enseñanza que le inculcaron.







La vida es dura aquí, es difícil vivir, exclamó saltando de la cama y soltando una risotada.






Hay que saberla vivir, estamos en la Capital y está todo por hacer, dijo Cecilia para calmarlo.






Fernando la escuchó, salió al patio, sintió muy cerca ese amor platónico.

 


 

Levantó la cabeza y miró el cielo Bogotano que llovía estrellas.






Hubiera querido ver los cerros, pero allí no había árboles.







El viento arrastra las nubes y se oían murmullos de voces que salían de los techos.







Vagó por los alrededores de Casabianca, organizando sus ideas.






Fernando cerró los ojos y abrió en llanto, tenía reprimido un sentimiento de tristeza en su alma.






En la pequeña ventana del altillo, vio una sombra larga y descorrida hacia el techo que daba vueltas y se movía como la llama de una vela y se oían sollozos confundidos con la lluvia.

 


 

Recorrió con su vista todas las ventanas que estaban cerradas.





Observó de pronto que las cortinas se movieron suavemente.





Estaba triste, salía y entraba de su cuerpo, sintió frío y entró. Después se escuchó una serenata en Casabianca.




Aparece la guitarra de Alberto interpretando a unos ojos, cosas como tú, plazos traicioneros, mar y cielo.

 



 

Fernando salió y le dio la mano.






¡Con tu hermana no se puede! le dijo mientras se tomaba un aguardiente.







No se angustie más, lo tranquilizó mirándole a los ojos y sonrieron.







Fernando entró y Alberto sintió una paz interior.




Luis habló de Alberto y de la serenata, hizo reparos al noviazgo, Lucia y Cecilia no se molestan, se ven tranquilas, muy confidentes y la noche sigue en calma.






Fernando abrió los ojos y vio la luz de la mañana, queriendo entrar por la ventana.

 


 

Sonó que había dejado de existir, fue como una realidad.


Vio a Cecilia levantarse antes del amanecer, la ventana estaba entre abierta y entró suavemente.













Los días comienzan monótonos, todos se mueven sin afanes saboreando el café caliente.







Bogotá es muy grande, la gente es muy viva y hay que prepararse, dijo Cecilia a gritos porque los sentía sordos y dormidos.







Los que se duerman van a aguantar mucha hambre, hay que pensar para hablar, no mentir, trabajar y estudiar, argumentó ella con seguridad.

 



 

Ya va siendo hora de que te levantes de esa cama, le dijo a Fernando.







Déjame tranquilo contestó Fernando debajo de las cobijas, pareció dormir.







A esa hora ya había alguien en el lavadero. Quien tararea una canción con voz muy queda, resplandece el aire y el sol mueve las nubes a través de un cielo azul y detrás de él hay más canciones con esa voz que enamora.






Alberto no recuerda lo que había dicho Luis.

 



 

No recuerda nada por el efecto del aguardiente.







Muy temprano llegó a Casabianca, aclaraba el día y se iba la noche, vio como el día desbarata las sombras.






En ese instante se ve salir el sol Bogotano por detrás de los cerros orientales.

 







Fernando se levantó lentamente, está flaco y pálido, entró al baño, se lavó la cara y se reía, mirándose al espejo.

 




Luego, se le descolgó la cabeza y salió por la puerta que da al lavadero, sosteniéndose la cabeza con las manos.

 


 

Después sobrevino un sollozo, un llanto suave pero agudo, un movimiento brusco, haciendo retorcer nuevamente su cabeza encima de sus hombros.







De repente vio que el cielo se volvió plomizo oscuro, aún no aclarado por la luminosidad del sol Capitalino.







Fernando se enderezó y entró a la cocina.







Con él entró una luz tenue, no como si fuera a comenzar el día, sino como si estuviera llegando la noche.






Se sentó en un rincón y salió de su cuerpo. Alrededor del patio se perciben pasos que rondan la cocina, como gatos en la oscuridad.

 


 

Siente sus manos en el cuello las suaves manos del amor platónico, de pie en el umbral, delgada, de pelo corto que roza sus hombros, de cara pequeña, ojos claros, así la percibe.

 





Su cuerpo atravesado impedía ver la llegada del día, a través de su vestido, observa pedazos de cielo y debajo de sus pies destellos de luz.

 




Detalles tan pequeños que llaman la atención, sus ojos, sus sonrisas iluminan su rostro inmaculado.

 




Una luz que ilumina todo, como si el suelo debajo de ella estuviera desprendiendo rayos.

 


 

Fernando despertó, abrió sus ojos negros penetrantes que estaban llorando todavía, nadie lo entiende, nadie le cree, sentía un rencor vivo.

 




Cecilia está triste, se queda mirándolo y no puede resistir la escena.

 




Entonces ella se dio vuelta. Apagó la luz de la cocina, cerró la puerta y rompió en sollozos.

 




En un instante Cecilia recuerda todo lo que pasó en Calarcá. 
Pensaron que era un problema mental dijo Luis, ella no se atrevió a asegurarlo.

 


 

Cecilia sabe lo que han sufrido desde que todo comenzó.

 






Siguieron gemidos confundidos con la lluvia y el tictac de su gallinita que camina lentamente, como si se estuviera deteniendo el tiempo.





Siempre han dicho que está loco y no lo creo, más bien debe estar muerto en vida, dijo Luis a gritos.

 




Se resolvió por el estudio, pero falló en su intento y se retrasó por siempre, dijo Cecilia.

 


 

Sólo ellos saben en realidad, lo que había pasado en Calarcá.

 




Al llegar al taller de mecánica sufrió un trauma mayor, un delirio de persecución que lo deprime.

 




Fernando a
brió de par en par la puerta, entró a la pieza afanado, se puso la camisa arrugada y encima se colgó un buzo con motas amarillentas que usaba desde su llegada a Bogotá.

 




El sol a esa hora es picante y cae sobre su integridad.
 Cortinas de nubes negras amenazan con caer. Al llegar frente al taller observa que Luis comienza a impartir órdenes.

 


 

¡Pobre gente!, se lamentó aferrándose fuertemente a uno de sus libros y sintió alivio al pensar que su destino ya está definido.

 




Hay pocas nubes en el cielo que está todavía azul y el aire sopla fuerte allá arriba, aunque aquí abajo hace mucho calor.




La madrugada fue apagando los malos recuerdos de Fernando. El mismo se oía el sonido de sus palabras, notaba la diferencia de este despertar.

 


 

Porque las palabras que había pronunciado hasta entonces, ya no las volvió a recordar ya no tienen ningún significado, no salen de su alma; se siente brillante; sin miedos, como se siente durante los sueños.

 




De repente la tarde se volvió gris en San Antonio. El salón de clases estaba oscuro y frío.

 






El profesor subió las gafas a su frente, cerró sus ojos azules y sobándoselos con los puños cerrados comenzó el mensaje filosófico.

 


 

En la calle se respira un ambiente hostil.

 




El crimen que comenzaba a aglomerar a miles de curiosos, en el caño del río Fucha donde flota un cuerpo sin vida, como consecuencia del fraude en las urnas, los integrantes del movimiento guerrillero ajustician selectivamente a quienes ostentan el poder. Nunca había visto un muerto, dijo Eduardo observando como Cecilia dobla su espinazo sobre el lavadero.

 




No puede explicarse por qué toda la gente estaba alrededor y ninguno hacia nada por sacarlo.

 


 

El cadáver estaba boca arriba flotando en la superficie del agua, vestido de paño gris a rayas, camisa azul y corbata roja.

 




Violentamente asesinado, rígido, inmóvil, abotagado, con protuberancias en la frente, los labios pálidos, el rostro macilento, con muecas de sufrimiento.

 




La gente dice que le dictaron la pena capital tras consultas con el pueblo.

 




Es una guerra entre los del brazo armado de la izquierda y los de la extrema derecha.

 


 

Esta es la guerra política, dijo Cecilia que termina de colgar la ropa en las cuerdas del patio.






Se apropiaron de la espada de Bolívar y van a matar a todos los opositores, gritó Eduardo recogiendo el balde del suelo y tomando a Cecilia del brazo la condujo a la cocina, en donde degustan el arroz con frijoles.

 




Allí está Fernando, pálido, callado, al lado de Cecilia, son inseparables. Se necesitan, se quieren, la enfermedad es compartida, se fundieron en su pasado.

 




Sufren mucho y no saben por qué, talvez de tristeza.

 


 

Había oscurecido y Fernando prefiere ver a su madre viva no muerta como la había visto en su último sueño.

 






Cecilia también le sirvió arroz con frijoles. Suspira mucho y cada suspiro es como un sorbo de vida que se le va.






Y aunque no había niños jugando, ni palomas, sintió como si estuviera en Calarcá.


 

Fernando comparte solamente el silencio.

Porque su cabeza está llena de ruidos y de voces raras.

De voces extrañas y aquí, donde el aire es escaso, se oyen mejor.

 


 

 

Se quedan dentro de su ser.

 


Se acordó de lo que le había dicho su madre en Calarcá Allá me oirás mejor.

 

Estaré más cerca de ti y encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que es la de mi espíritu, si es que alguna vez mi espíritu ha contactado con el tuyo.

 

Mi madre no está muerta sino viva, afirmó Fernando.

 

 

 

José Eduardo Celis López

 

 

 







YUDY CON LUCY
 

 











CAPITULO II

AMORES CELESTIALES

 



 


 

 

 

Eduardo corre en el Parque Nacional, presuroso, un escalofrío recorre todo su cuerpo, cala sus huesos, da vueltas a la glorieta, mira por entre los árboles con ansiedad, busca por la orilla de la quebrada, hasta que no aguantó más y se desmoronó totalmente sobre uno de los asientos, con las piernas abiertas expuestas al sol.

 


 

 

Allí lo envío lázaro el amigo de Luis y su mejor cliente.

 
Nunca en su vida había tenido la experiencia de encontrarse con personas extrañas para hablar de negocios.

Ahí estaba un Señor Moreno, calvo, de rostro fresco quien le extendió la mano sonrientemente.

-¿Cuántos años tienes? Indagó.
Veinte años, voy a cumplir.

 


 

-¿Con quién vives?
Con mis padres y con mis hermanos.

-¿Que estudio tienes?
Soy bachiller, contestó Eduardo extendiendo el diploma.

 

El hombre revisó su contenido, se acomodó sus mancornas y el pisa corbata de oro y le dijo aquí está Ligia, con ella se va a entender de ahora en adelante.

 

Eduardo se impactó ante la presencia alegre y sonriente de la mujer. 

 

Ella sacó de su bolso de cuero un paquete de cigarrillos y se llevó uno a su boca de rubí, dejando escapar un bucle al aire.

 


 

 

 

En la tarde, Fernando sintió que está aturdido por el sonido del compresor y salió del taller presuroso a buscar tranquilidad en Casabianca.

 

Al entrar se encontró con su amor platónico.

Atinó mirarle con ternura sus ojos negros y hechiceros, su frente amplia, su preciosa boca, su pelo suave que cae sobre la espalda hasta la cintura de muñeca.




Sintió de cerca su aire de gitana con espíritu llanero.

 


 

Se sentó en un rincón de la cocina a tomar tinto con Cecilia, salió temprano del taller le dijo ella dando una mirada juzgadora por encima de sus gafas y cerrando la puerta le indagó sobre lo que le había ocurrido con Luis en el taller.

 

Fernando le contó que estaba muy aburrido con el trabajo en el taller y que no soporta los ruidos.

¡tomémonos otro tinto! dijo Fernando, para eso tengo a mi mamá viva!, exclamó con alegría.

 

 

Fernando habló de sus años en Calarcá y recordó lo feliz que pasó con sus tías en Pereira, me gustaría regresar dijo con nostalgia.

 


 

 

Cecilia también recordó a su querida Pereira, se pusieron de pie, sintieron alegría en su corazón y sonrieron.

 
Entraron a la alcoba tomados de la mano, como si se olvidaran de sus tristezas, entre tinto y tinto, miradas, sonrisas y mensajes subliminales, se regocijaron en una tranquila tarde.  

 

Al día siguiente Eduardo llegó temprano a la oficina de la Presidencia del Banco.

Se comprometió con la secretaria a traerle un paquete de bonos, para consignar en la cuenta bancaria. Aclarando que se debía entregar un porcentaje en efectivo.

 


 

De inmediato se iniciaron las diligencias y el intercambio de bonos por dinero en efectivo.

 

No estarás en el Banco solo para ganar dinero, le dijo Lázaro muy serio, sino para aprender la profesión y cuando ya sepas algo, entonces podrás ser gerente.

Por ahora eres sólo un aprendiz bancario; quizá mañana o pasado llegues a ser tú el jefe.

 

En el segundo piso se encuentra la oficina de Eduardo, cerca de la gerencia, en donde coordina las operaciones. 



 

Mientras tanto en Casabianca promediando la mañana Lucia se encuentra planchando y doblando ropa, de repente apareció Alberto quien la busca presurosamente.

 

Tan pronto se encuentran se funden en un abrazo y un beso, sin mediar palabras como nunca lo habían hecho.

 

Sellaron para siempre un amor infinito, por encima de cualquier consideración. Cecilia está feliz de ver a su hija feliz. Él era su luz y se convirtió en sombra y hecha sombra se marchó al olvido,
todo ese amor se quedó escondido en lo más recóndito de su alma. 



 

En una decisión insólita, Luis estuvo de acuerdo con que se normalizaran las relaciones de Lucia con Alberto, Luis les manifestó que tomaran la decisión, sin necesidad de consultarle.

 

Eduardo comienza una etapa exitosa, a partir del momento que empezó a trabajar con el Banco, no le volvió a faltar dinero en sus bolsillos.

Después de hacer oficio todo el día Lucia le dijo a Alberto suavemente. Te espero en el patio de la casa, para que hablemos de lo nuestro.

 


 

Allá en la parte trasera de Casabianca frente al lavadero, se encontraron ante una realidad preparada para la ocasión.

¿Qué es lo nuestro? Preguntó Alberto, cautelosamente.

 




Nuestro matrimonio, contestó ella levantando la voz al tiempo que lo apretó fuertemente contra su pecho.

 

De inmediato Alberto sacó de su chaqueta de cuero un fino estuche y colocó delicadamente una argolla de oro en uno de sus dedos y otra en uno de los suyos.

 


 

 

¡Salud! Dijo levantando la copa de champaña. ¡Salud! contestó Lucia.
Él era una luz y se convirtió en su sombra, una sombra que aún hoy la persigue.

 

Llovió toda la siguiente semana y en medio de la lluvia   nacieron amores imposibles y murieron amores posibles.



 

Una mañana de esas premonitoria en el Restrepo amarteladamente en la terraza se estrechan dos pardillos asustadizos.

Los flirteos alcanzaron a advertir la atención de los intrusos.

Cerca de la cocina lograron un galanteo trivial y al notar su presencia, bajaron el tono de su amorío.

 



A través de la ventana de la cocina se escucha la voz de Cecilia conversando con Fernando quejándose de la imprudencia e insensatez de Luis. Ella le dice que ya es hora de irse acostumbrando. 

Cecilia lo conduce al comedor debajo del cobertizo y con fascinación contemplan una cesta que contiene un ramillete de radiantes flores y azucenas de diferentes colores, brillantes, con tallos altos y verdes hojas.

Espectacular momento de satisfacción que les produce un entusiasmo profundo y los une en un espontáneo abrazo.

 


 

El suceso de esta mañana ha quedado plasmado en la base de la maceta que contiene el adorno floral.

 

Descubren una etiqueta con el membrete y rubrica propios de Amanda, que se adelanta de esta forma en la conmemoración del día de la madre, próxima a celebrarse.


Cecilia elogia el afecto de Amanda con este hecho trascendental. ¡Nunca me habían regalado flores! exclamó dichosa y feliz.




Como ocurría siempre, Cecilia mira el cuadro de las ánimas benditas y agradece en voz alta por los favores recibidos.

 


En el día de hoy era mucho lo que tenía que agradecer.

 

Seguidamente como por impulso Eduardo sacó de su dedo una argolla de oro que le perturba y la colocó delicadamente en el anular de Cecilia,
para sepultar la propuesta que tanto le atormenta.


Sabía que a Cecilia le gustan las joyas

y se fue al empotrado armario gritando soy libre no quiero casarme.

 


 

Esperaron a que terminara el rosario para que Cecilia sirviera la comida. A nadie más esperaban a esa hora de la noche.

 


Como siempre Fernando comía muy rápido casi sin masticar y al tiempo que manducaba los alimentos soltaba cortantes risas nerviosas. 

Este era un momento sosegado y apacible para compartir una bandeja paisa, oyendo a Cecilia recontar historias de su natal Pereira y en su largo peregrinaje por Calarcá.




Escampó después de las nueve de la noche. Todo está tranquilo en el Restrepo, Cecilia se esmera por atender a Fernando para evitar alteraciones de su personalidad.


Eduardo volvió a su cuarto y empinándose observa a través de la ventana el accionar retraído de la avecilla que inocente respinga en busca de calor paterno.

 

Aún no se percata de las consecuencias fatales que le esperan por el inminente destino.





La avecilla voló sin rumbo conocido dejando su nido abandonado.

 
Cecilia asegura que ya se aclimató al frio Bogotano, dice que en los últimos años han cambiado muchas cosas, Lucia es madre de dos niñas, Amanda funge como enfermera, Diego se encarga del taller y Ferney adelanta su vocación de jurisconsulto. Dice que ninguno se ha acostado con hambre, todos gozan de los beneficios de manutención de Luis. 

No importan las necesidades básicas, lo que en realidad los une es la tolerancia por los procederes de los demás. 

Es la misma historia de siempre, comentó Eduardo.



 


Si, pero Luis produce para todos sin que hasta el momento alguien se atreva a coger las riendas de esta casa, replicó Cecilia quien esconde sus piernas debajo de la mesa.  

 

Automáticamente Eduardo recoge del mesón dos recibos de servicios para hacerse cargo de su pago.

 

Esta es la primera muestra del compromiso que en adelante asumirá con su familia. 

Antes que Cecilia se esconda en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde ya no pueda alcanzarla ni verla y adonde no pueda volver a escuchar sus palabras, balbuceo Eduardo.






A través de la ventana penetran los aires armónicos de aquella hermosa avecilla de fino pico y pequeños ojos verdes que retoza encima del lavadero, ávida de afecto, galanteando abiertamente como si no advirtiera su destino infame.
En la terraza Fernando hace muecas como si se le desprendiera la cabeza. Fernando sufre de un movimiento sintomático producido por la contracción de los músculos del cuello.  
Y se encontró de pronto solo en la casa vacía.



 

La ventana de la casa abierta al cielo le permitió ir y venir de nuevo libremente como un espíritu.

 


Los huesos de su cara están forrados por un pellejo curtido por sus treinta años de existencia, de los cuales los últimos diez han sido marcados por una rara incapacitante y dura enfermedad.

No se supo nunca el verdadero origen de su enfermedad que lo tiene prácticamente enajenado.

 

Cecilia recuerda con perspicuidad el ataque de paranoia que tuvo esa mañana en Calarcá, dejando todo al sol y al agua, luego de patearlo con tosquedad y en la noche llegó calmado, como si no hubiera pasado nada armó de nuevo su aposento, comió y se acostó sosegado. 



 

El viernes Eduardo llegó a la taurina, esa noche estaba alborotada por las fiestas decembrinas, en un rincón se encuentran los Echeverry, famosos por sus intervenciones en asuntos ilegales, de lejos los saludó con una venia.

Eduardo se acomodó en la barra a degustar el néctar y la buena música.

 

 


 

La taurina estaba a reventar desde tempranas horas, sus luces y colores daban un aspecto carnavalesco, hombres y mujeres gritaban alborozados. Ahí se encontró con Manuel su gran amigo de colegio y Carlos su hermano.  

 

Eduardo se entusiasmó por el buen ambiente y comenzó a cantar fuerte, tras el sonido de los altoparlantes.

 

Cuando sonaban los aretes que le faltan a la Luna irrumpió Yudy, su gran amor que departía muy cerca, con su hermano Omar y sus sobrinas Yaneth y Liliana que estaba de cumpleaños.



 

Él se quedó mirándola, le llamaron la atención sus cabellos largos y sus ojos claros, tímidamente trató de tocarla, pero ella instintivamente retrocedió, para volverse a él presurosa.

 





Despues de varios años ella lo llamó.





Se encontraron un dia del padre.





Estuvieron juntos muchas horas.






Hasta que por fin le gritó papito papito papito.





Y nunca mas se volvieron a ver.



Eduardo se animó a bailar tomándola por la cintura fuertemente.


 

Desliza sus manos por toda su humanidad y su hechizo pelo, disfrutando cada instante de este encuentro inesperado y ahora se ubicaron en el centro de la pista, en un apretado baile sinigual.



 

 

Al término de la melodía, respiraban muy cerca, cara a cara, ella en un arrebato de pudor le dijo jadeantemente ¡no me beses! entonces como por instinto Eduardo la besó, sellando ahí este encuentro casual y definitivo.

 

Ella se retiró a su lugar, llevando los nervios de punta, abrumada y ansiosa.

De inmediato se armó la bronca, se formó una monumental trifulca a un lado de la pista, inesperadamente estuvo en peligro la vida de Eduardo,

 



 

Absurdamente recibió el ataque feroz de cuatro bandidos, a medias logra repelerlos con una botella que trata de romper contra el filo de la barra.

 

La oportuna intervención de los Echeverry evitaron su linchamiento, lo defendieron y con revolver en mano repelieron el ataque.


Después de la media noche Eduardo regresó a la casa en compañía de los Echeverry. El menor de ellos, el más sagaz en el manejo de armas que lo convierte en un peligroso atracador nocturno, ladrón de bancos, maleante obstinado, le dijo lacónicamente ¡Cuídate mucho, diablo!, no te metas en problemas, cuídate hasta de nosotros.



 

En las penumbras estalló una carcajada. Hace presencia un fantasma envuelto en una sábana blanca que recorre la casa paterna en forma misteriosa. Eduardo se recogió en un rincón de la cama, pensando que se trataba de su hermano Fernando que había recaído en sus manifestaciones de excentricidad.


No es nada malo dijo Cecilia con voz calmada, no tengas miedo, deje la luz prendida para que no tenga más ofuscaciones.

 

 


 

Entonces Eduardo dejó la luz del cuarto prendida, sin duda su estado de intoxicación etílica le había jugado una mala pasada.


¡Téngale miedo a los vivos! gritó Luis.

 

Fernando se quedó quieto debajo de la escalera, sus ojos brillaban y su rostro dibujaba una sonrisa.

No se preocupe, dijo Fernando que observaba la escena de lejos, lo cierto es que un amigo vino a despedirse, cuando alguien muere, su espíritu sale del cuerpo y hace un recorrido, acotó gesticulando.



 


 

Eduardo lo miró perplejo, tenía la idea que el fantasma era su hermano, su mirada inalterable le producía espanto.
Eduardo se durmió y Cecilia apagó la luz. El espíritu perturbador termina su recorrido y la noche pasó volando.

 

Al otro día Cecilia está aseando la terraza y observa como una avecilla se asoma por encima del muro del lavadero, sonríe y guarda silencio. La observa a cada instante parece que le incomodara con su canto. La mañana se torna lluviosa y plomiza.

 

 


 

Por más que estuvieron muy cerca la una de la otra no fue posible que se tocaran sus corazones.

¡Qué haces! dijo Yudy en la mañana, al ver que Eduardo la seguía.

Era el primer día del noviazgo y
Yudy salió con sus dos sobrinas y las acompañó hasta la escuela, era muy temprano.

 


 

Yudy hace este recorrido con sus sobrinas todos los días, como también Eduardo estaba dispuesto a hacerlo mil veces y así se fueron conversando por la Caracas. hasta dejarlas en el salón de clases.

 

Entraron al planetario a tomar un café y se comprometieron totalmente.

Cuantas veces quise estar compartiendo mi vida con una persona tan bella, le dijo Eduardo.

 


 

Luego Judy quedó en la casa con Flor y Eduardo se introduce en un trolebus para llegar temprano a su trabajo en el Banco.

 

Pensando que ha encontrado la mujer ideal. la que más lo quiere después de su mamá.

 

En ese momento a Eduardo se le ocurrió pensar que ahora si estaba enamorado y que quería casarse con Yudy.

 


 

Pensó comprar las argollas de matrimonio, aun no tenía nada preparado, era muy prematuro pensarlo y hasta hace muy poco dijo que no se quería casar y que tenía toda la vida por delante.

 

Al otro día apareció Yudy en su casa y le dijo que no se preocupara por el matrimonio, que pensaba irse para donde su tía en Honda.

 

 

Se entregó totalmente a luchar por su amor, mil veces repitió que se casarían y muy pronto y le dio la posibilidad de ir a Honda, manteniendo su trabajo en el Banco.

 


 

Eduardo soñó con tener hijos una niña y un niño que le dijeran ¡papito papito¡ y adelanta con Alberto la confección del vestido de novia con una cola larga, blanca y radiante.

 

En el mes de abril fueron a Honda con toda la familia.

Yudy le confesó que también quería tener hijos suyos.

Disfrutaron animadamente en Honda que tiene un calor y un ambiente que amaña.

 


 

 

Después se casó con Yudy y fueron felices y tuvieron dos hijos en una luna de miel inolvidable.

 

Yudy es la mejor de todas, la mas completa para todo, muy juiciosa y les entregó toda su juventud hasta nuestros días es ella blanca, radiante, de cara preciosa de ojos claros y con diecinueve años.

Cuando se hicieron novios primero pasaron dos años, después se casaron por la iglesia católica.

El matrimonio le vino muy bien a Eduardo, se consolidó en el Banco, y disfruta todo instante, le gusta más que levantarse tarde.

 


 

La vida en pareja les llegó como anillo al dedo la pasan muy bien, bailan, se divierten y les gusta vivir independientemente, sin tener que recurrir a la familia.

 

Yudy es sensacional cada día se quieren más, más y más, es una aventura muy emocionante, juraban amor toda la semana, Eduardo le dice te quiero, te quiero, te quiero.

Muchas veces van a la pizzería y le llevan pizza a los dos hijos. Les encanta tomarse fotos en familia con los niños.

Van construyendo un nido de amor, comparten un amor que nunca muere.



 





 


En el Restrepo el sol entró a la casa sin abrir la ventana, en la pajarera ya se escucha el canturreo de la avecilla que tanto ha alegrado el ambiente, su música puede más que la tozudez de sus contrincantes, es el símbolo de amor puro, tierno y seductivo que profesa.

 

Es una llama que nadie puede apagar. 

 

 


 

 

 

 

 

 




CAPITULO III

AMOR ETERNO





CINCUENTA AÑOS EN BOGOTA 1970-2020  EDUARDOCELIS

 


 

 

 

 

 

 

Cecilia le dijo a Amanda que se iba a bañar y le pidió un jabón perfumado, Amanda se fue a tráeselo y cuando volvió ya estaba en el baño.


 

Ya no respondía, ¿Está usted viva? Preguntó Amanda angustiada ¡Dígame, por favor está viva o no se está bañando, voy a abrir la puerta!

Amanda abrió la puerta y se encontró de pronto sola en ese baño vacío.

Las ventanas estaban abiertas y del cielo llovían bolas de luz, de luz intensa y brillante. Solamente vio que se asomaron las manos descarapeladas que mostraban sus anillos de oro.

Cecilia, Cecilia, Cecilia! Cecilia!
contestó el eco.

 


 

Porque tiene un solo ojo le preguntó. Es que la luz es muy fuerte y no alcanzo a ver bien desde aquí.

 

Inmediatamente Amanda llamó a Eduardo para contarle lo sucedido.

 

Eduardo se asomó por la ventana y la vio ahí, brillante como el sol, moviéndose, con las manos descubiertas y sin las joyas.

 


 

Ferney las tiene dijo Amanda.

 

Luis se apuró a salir sin desayunar evitando terciar en los hechos ocurridos, trató de levantar la batería del carro y se reventó un resorte. Regresó a la casa dejó la batería en el suelo y volvió a salir silenciosamente a donde lázaro para cobrar un dinero que le adeuda.

 

Por qué lloras mamá, preguntó Fernando, pues reconoció el rostro de su madre.

 


 

No quiero que tu padre se muera antes que yo, le dijo Cecilia, pues al verlo salir cree que no volverá.

Y luego, como si se le hubieran saltado todos los resortes, se dio vuelta sobre sí misma una y otra vez, hasta que las manos de Luis la abrazaron y le dijo: tranquila aquí estaremos los dos siempre.

 

Luis llamó a Pablo, a Luis a Diego, pero ninguno contesta.

 


 

Todo lo que comía lo devolvía, ese día se pasó de cama en cama y por último llamó a Eduardo para decirle, Eduardito que puedo hacer yo y Eduardo le preguntó que quiere Papá y lacónicamente contestó: ¡morirme!

 

De ahí en adelante Eduardo estuvo a su lado cada instante junto con Alberto y Ferney en este suceso inesperado.

 

Amanda también decidió estar en la casa y recuerda muchas cosas que pasaron en la familia.

Cecilia dice que se apagó su luz.

 

La mañana llega lluviosa, plomiza, sinembargo aun se ve el reflejo de la Luna, Luis era su amigo desde su infancia y departieron cincuenta años.



 


Pobre de ella se siente abandonada. Se hicieron la promesa de morir juntos. De irse los dos para darse ánimo uno al otro en el último viaje, por si se necesitaran, por si acaso encontraran alguna dificultad. Eran muy amigos.


Alberto dice que lo quería mucho porque Luis le dio su confianza y se le llenaron los ojos de agua, Alberto salió y se fue.

 

 

Los demás se quedaron a su alrededor porque aún se sentía su presencia.




Así transcurre el más alarmante día de la partida de Luis y la agonía de Cecilia,

 

Oyeron que alguien se queja y se da cabezazos contra la puerta. Y allí estaba Luis. ¿Qué es lo que le pasa? Le preguntaron de adentro, Busco a mi papá, contestó, me dijeron que está aquí.

 

Ya se marchó y no está aquí, un silencio profundo sigue después, Luis también salió y se fue.

 

¡Cecilia no puede entender porque Luis se fue! son las cosas de Dios dijo.



 

 


Fernando salía y entraba, miró a través de la ventana y se siente como encerrado en ese patio a cielo abierto y rodeado de perros rabiosos que lo acosan.

 

Como que se le va la voz. Como que se le pierde el sentido. Como que se ahoga con un taco en la garganta.

Ya nadie lo quiere. Ya no sabe si es un sueño o es la realidad.

Metió la mano por un orificio de la ventana y alcanzó a coger una manzana, la mordió y sintió que estaba en descomposición, no había nadie allí.

 


 

 

Fernando se quedó mirando a una mujer de cabellos rizados y caderas protuberantes que entraba y salía.

 

No tenía agua, no había luz ni gas es como un destierro. No siente el pelo, no encuentra la cara y sus manos están más arriba de los hombros.

 


Sin embargo, era muy consiente que se iría para siempre,

 

Fernando se puso a orar llamando a Cecilia fuertemente, a Luis, a Diego.

Hubo un tiempo en el que estuvo oyendo durante muchas noches el rumor de la voz de su mamá.

 


 

 

Le llegaban los ruidos de su voz hasta la media noche.

 

Se acercaba a la ventana para ver si había alguien, pero estaba oscuro.

 

Nada. Nadie. Las piezas estaban solas como ahora.

Luego dejó de oír la voz. Y se cansó y se quedó dormido.

En sueños seguía oyendo voces como ecos. Con espanto oía el aullido de los perros.

 

 


 

 

Fernando no se pudo despedir de nadie, pues todos lo habían abandonado.

 


En la madrugada se fueron apagando sus recuerdos.
ya no oía el sonido de sus palabras.

 

En un arrebato de fe dijo: ¡todo está consumado! al medio día salió y se fue,

 

Cecilia está ahí con él. Ella lo reconoció y andaban juntos.

 

En la tarde, Cecilia está en Soacha ilusionada con ver a sus hijos. Cecilia y Fernando siempre están juntos.

 


 

Eduardo se encontró con Diego y se cruzaron la mirada fijamente, Diego sonrió se escondió en su pieza, estaba bien vestido, listo para irse.

 

Durante el desayuno tomó su chocolate como todas las mañanas, se sentía inquieto y preguntó ¿oye
quién está cumpliendo años hoy?
Cecilia contestó Eduardo.

 

Entonces se detuvo en su pieza y decidió quedarse en la casa, colocó la cabeza sobre la almohada, subió una pierna sobre la cama y salió y se fue.


Él se comportaba como un niño dijo Eduardo, un niño con 76 años encima contestó la Doctora.

 


 

Si, él vivía sin afanes, se reía solo, no se quejaba de nada acotó Eduardo.
No quise molestarle dijo la Doctora. A pesar de todo, era como un niño. Está bien, lo siento.

 

Al subir las escaleras vio a Lucia y Alberto almorzando con sus tres hijos y sus dos nietos. Ella nunca lo mandó al olvido y aún hoy sus labios lo nombran.

Al rato Luis entró nuevamente y dijo que se le había reventado un resorte.

Su último viaje a la oficina de Lázaro lo había dejado exhausto.

 


 

Nadie le creía porque parecía que no hablaba en serio y así pasaron varios días sin que se le prestara la atención requerida.

 

 

Estaba encerrado en la casa, acorralado,

desahuciado y ninguno podía ayudarlo, eran como las cuatro de la tarde y Luis salió y se fue.

 

 

Diego llegó a Matatigres para hacerse cargo del taller de mecánica porque le dijeron que su padre, estaba muy enfermo.

 


 

Cecilia le dijo, no dejes abandonado a Luis en estos momentos tan difíciles.

 

Estoy segura de que lo está necesitando con urgencia, hace días que no viene a la casa y se encuentra solo encerrado, muriéndose en ese taller.

 


Entonces Diego así lo hizo.

 

Y de tanto decírselo se quedó trabajando al lado de Luis y Pablo.

 


 

No le vaya a cobrar por la ayuda, hágalo de corazón.

 


Exígele que vuelva a la casa, aquí lo cuidaremos mejor.

 

Que se olvide de rencores, hijo dígale que vuelva.


Así lo haré, mamá. Contestó Diego inmediatamente.


Pero no pensaba cumplir su promesa por mucho tiempo debido a que había tenido varios altercados con Luis.

 

Hasta que ahora le tocó volver por obligación y de este modo se esforzó por trabajar nuevamente en el taller a pedido de su madre.

 


 

Por eso vine a Matatigres para atender los negocios de mi papá, se expresó Diego ante sus hermanos.

Era ese tiempo de la bonanza cuando a Diego lo llamaban de muchos talleres para realizar  su trabajo de latonero.

El trabajo en noviembre y diciembre abundaba y en enero y febrero se escaseaba.

 

Diego trabajaba dos meses y descansaba hasta que se le acababa el dinero.

 


 

Pero el que trabaja bien se lo pelean los dueños de los talleres.

Y Diego prefería trabajar en otros talleres porque le pagaban completo el jornal en cambio al lado de Luis estaba triste porque no se veía el pago todos los fines de semana.

 

Eso es lo que no entiende mi mamá; decía Diego con nostalgia, entre resignación y suspiros. Siempre fue así se volaba del taller con otros patrones y el retorno era porque le daba pesar con su padre.

 

Pero jamás volvió con alegría siempre traía los ojos llenos de tristeza de tener que volver obligado.

 


 

Hoy es diferente porque vengo con los ojos de mi mamá quien me los dio para ver la necesidad por la que pasa mi papá y no por el dinero.

 

Hay allí mucho trabajo comenzado dice Luis y le recomienda que trabaje duro con sus hermanos para llevar comida a la casa.

 

La voz de Luis no era tan fuerte, era más bien suave, casi apagada, como si hablara consigo mismo.

¿Y por qué volvió usted a Matatigres, si se puede saber? preguntó Pablo. Vengo a ayudarle a mi papá contestó. ¡Ah! Eso dice siempre pero a los pocos días se vuelve a ir, no eres constante, dijo él.

 




Y siguieron trabajando en silencio,










vamos cuesta abajo, como dice el tango dijo Luis











que tiene los ojos hinchados por lo pesado del sueño.







¿Y cómo sigue su padre?
preguntó











Lázaro preocupado por la ausencia de Luis.

 










Ya está mejor don Lázaro, pero no quiere salir de esa pieza.
















Déjelo tranquilo menos mal que tiene a su hijo mayor atendiendo el taller.

 

 


 




Yo también soy hijo de Luis dijo Pablo y también estoy ayudándolo.











Todos somos sus hijos dijo Luis, pero de distinta madre













por lo menos él me llevó a bautizar dijo Pablo.









Con usted debe haber pasado lo mismo?










No me acuerdo, pero creo que si contestó Luis.

 








¡Váyanse al carajo! Gritó Diego, no confundan a don Lázaro.

 







¿Qué dice usted? Preguntó don Lázaro.













Que ya le estamos terminando su carro para entregárselo.








 




Sí, ya lo veo. Gracias Diego.

 








En Talleres Santacruz de Matatigres el patrón Luis Celis se enfermó y sus hijos lo reemplazan dijo don Lázaro.










En Soacha los niños juegan y aturden con sus gritos.









Cecilia se distrae con el vuelo de las palomas conversando con Diego y Eduardo y disfrutando un cielo azul del atardecer.





Ahora estaban aquí, en este pueblo sin ruidos.





Oyendo caer las pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles.

 


 

Algunas casas están vacías con las puertas cerradas invadidas de yerba.





Al cruzar una bocacalle vieron a Fernando fumando un cigarrillo y se desapareció como si no existiera.

 





Después volvieron a verlo de frente y lo siguieron con la mirada.

Diego le llamó muy fuerte:
Fernando miró y sonrió




¿Es que no sabe dónde vive? Allá está la casa junto al centro de salud. Fernando se fue en silencio y Cecilia lo guiaba.

 



Su voz estaba desafinada, su boca como seca y la cabeza muy desprendida de los hombros, sus ojos clavados en la tierra.

 

Fernando ha sufrido mucho, siempre lo he visto enfermo, dijo Diego.

Volvieron a la casa, aunque los niños seguían jugando, Cecilia la sintió muy fría.

 

Ni las palomas, ni el cielo azul, la pudo consolar, sentía una agonía en todo su ser.

 


 

Cae la noche y se escucha solamente el silencio, aún no esta acostumbrada a quedarse sola, su cabeza sufre de calores.

No entiende porque está viviendo en un pueblo tan solitario, conversando con alguien que no existe.

 


Llegó la hora de despedirse
Diego va para Matatigres.

Eduardo va más allá, donde se ven los cerros orientales.

 

Allá tiene su casa. Si usted se quiere venir a vivir conmigo, será bienvenido, le dijo a Diego.



 

Diego le agradeció diciendo ¿Dónde más podré encontrar alojamiento seguro? Solamente en su casa y donde Lázaro si es que todavía vive. Dígale que va de mi parte se escuchó una fuerte voz y una carcajada.

 

¿Y cómo se llama usted?
—Luis su papá —contestó. Lo alcanzó a ver y le dijo
soy su hijo.

 


Parece que nos hubiéramos puesto cita.

Parece que se hubieran estado esperando, porque se abrazaron y de inmediato se metieron por unos cuartos oscuros y desolados.

 

Iban caminando a través de un angosto cuarto que no tenía puertas, solamente aquella por donde entraron. Diego encendió una vela y lo vio vacío.

 

 


 

 

Aquí no hay dónde acostarse dijo. No se preocupe por eso mijo, contestó Luis sonriendo.

 

Estoy cansado dijo Diego.
Vamos a tomar un tinto y algo de comer, después organizamos lo de la dormida, contestó Luis.

En la enramada el agua gotea hacia la arena del patio. Diego organiza la herramienta mientras Luis y Pablo daban vueltas y rebotes tratando de abrir las puertas de un carro. Ya se había ido la tormenta y de vez en cuando cae la brisa sobre el taller de Celis e hijos.

 


 

Las palomas van al patio, picoteando las lombrices desenterradas.

 

Cecilia apareció en medio de un sol de colores que jugaba con el aire de la mañana. Fernando sintió sus manos suaves que le acarician su cara, mijo he orado mucho por ti.


El aire levanta sus vestidos de seda y los hace reír. Se juntaron en un fuerte abrazo con la mirada fija en sus ojos. Mientras un rio de agua viva corre entre sus dedos.

 

 


 

 

Sus cabellos vuelan al viento, como si hubieran sido levantados por las alas de un pajarillo.

 

Y desde arriba, como el pajarillo caen haciendo maromas y acrobacias, sobre el verdor de la tierra.

Cecilia tiene sus labios rojos como si hubiera besado el pétalo de una flor.

 

Fernando tiene su rostro fresco como el de un muchacho.
Mi mamá está viva gritó. Ya me estoy acostumbrando a verla tan radiante, como una luz.

 

 


 


Siempre he estado cerca de ti le dijo mirándolo con sus ojos negros, enmarcados por frondosas cejas. Fernando alzó la vista y miró a su madre con ternura.

 

¿Sabes que estoy pensando? Que vamos a estar aquí juntos por mucho tiempo, mucho tiempo.

Vamos a tomar tinto.
     —Ya voy, mamá. Ya voy.

 

Ahí estaba Diego con Eduardo y Mauricio, oyéndolos conversar, aunque ellos no los veían, se quedaron callados, para no molestarlos.

 


 

¿Dónde te habías metido? Dijo Cecilia cuando sintió la presencia de Diego le dijo:


Te estábamos buscando.
Estaba en el otro patio contestó Diego, donde no hay perros rabiosos.

 


¿Y con quién? ¿trabajando?
No, mamá, con el pastor estaba orando. Cecilia miró a Eduardo y a Mauricio, con sus ojos negros bien abiertos.

 

 



 

 

¿Y les habló muy duro como si estuvieran a kilómetros de distancia, encima de las nubes, en el más allá, vamos a rezar el rosario? Estamos en el novenario de Luis. Claro que si contestaron ellos.

 


Allí está Lucia en el umbral de la puerta, con una vela en la mano, lista para rezar el rosario. Me siento triste, dijo. Entonces se dio vuelta y colocó la vela en el candelero.



 

 

Cerró la puerta comenzó a orar mientras caía la lluvia. El reloj marca las siete en Soacha.

Cecilia recordó que Luis fue un buen hombre, muy cumplido y le perdonó todos sus errores. Era quien nos alcahueteaba todo en Pereira dijo y lo siguió haciendo todavía después que se vino para Bogotá dijo Diego.

 

 


 

 

Me acuerdo del desventurado día que sucedió el accidente automovilístico de Lucia dijo Cecilia. Todos nos conmovimos porque todos la queremos. Pero Luis casi se enloquece era la luz de sus ojos.

 

En diciembre nos llevaba regalos a Calarcá, recordó Eduardo.

Y nos contaba historias de las cosas que sucedían en Bogotá, dijo Amanda.

 


 

Era un gran conversador incansable, dijo Diego, mi papá era un personaje en Matatigres.

 

Después que se le reventó el resorte dejó de hablar. Decía que ya no tenía sentido decir cosas que no servían para nada. A las comidas ya no les encontraba ningún sabor. Desde entonces enmudeció, pero, eso sí, no se le acabó la costumbre de gritar a la gente.  

Al final Luis pensó que debía estar muerto, seguramente.

Bueno, ya no me preocupa porque los hijos están grandes, dijo.

 

 




Se puso a mirar a Cecilia que la tenía al frente y pensó que debió haber pasado momentos difíciles, pero aguantó los cincuenta años conmigo, concluyó.

Eran casi las cuatro en Soacha y todo estaba en silencio.

 



 

 1970



 

1970






Cecilia se quedó mirándolo y pensó que ya habían pasado Cincuenta años y no pudieron vivir como querían sino como podían, la vida en Bogotá es difícil para todos concluyó y no puede creer que Luis se muera primero.



 

 




 

 

 

 

 

 


Luis María Celis Rey

Cecilia López de Celis

Diego Celis López

Ferney Celis López

Lucia Celis López

Luis Fernando Celis López

José Eduardo Celis López

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Conversando con Eduardocelis

Volumen II año 2021

 


JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ SITIO OFICIAL
Conversando con Eduardocelis II




Por
JOSE EDUARDO CELIS LOPEZ
EN BOGOTA D.C.


 


 





Cecilia y Luis llegaron sorpresivamente al Barrio San Antonio de Bogotá.



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Profesor, jugador, educador de futbol de ascenso en la Universidad Javeriana, Fundaciòn Universidad Central, Metropolitana de clubes, Ligas de Bogotà, Antioquia, Huila, Quindio, Risaralda, Cundinamarca, Valle, Caldas y Tolima.
Mas de 30 años de experiencia como jugador, goleador, campeòn y entrenador en America, Rio de Janeiro, Colombia Junior, Maracanà, Estudiantes F.C., GorniK F.C., Talleres Tyco, Club San Carlos, Olaya Herrera, Club del Banco de la Repùblica, Club de Bancolombia, Club de Millonarios, Club Militar, Club de Torca, Club de Ecopetrol, Club de Cafàm, Club de Empleados Oficiales y Selecciónes Departamentales.
Convenios con Bancos y corporaciones financieras, Colegios, Universidades, Fondos de empleados, Cooperativas, cursos de vacaciones en Escuelas de futbol.  Educador y monitor de educaciòn fisica, tècnico y lider apoyando la labor de quienes practican el deporte del fùtbol, con ejercicios fìsicos de las distintas partes del cuerpo, de equilibrio, elongaciòn, flexiòn, extenciòn, inclinaciòn, saltos, etc.



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